11 de marzo
Hace exactamente cinco años, el 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al COVID-19 como una pandemia. Hasta entonces, el coronavirus había infectado a alrededor de 118.000 personas en 114 países y en torno a 4.300 personas perdieron la vida. La enfermedad, cuyos primeros casos confirmados tuvieron lugar en noviembre de 2019 en la ciudad china de Wuhan, registró su primer caso a nivel internacional el 13 de enero de 2020, cuando dio positivo un hombre en Tailandia. Solo fue una semana antes, el 7 de enero, cuando en China se consiguió aislar el virus.
Para el 30 de enero, la OMS solo había confirmado 7.800 casos, hasta quince veces menos del número de casos de COVID-19 que habría para el 11 de marzo. Ese penúltimo día de enero, la OMS expresó que el COVID-19 era una cuestión de salud pública internacional. La enfermedad no entraría en la definición de pandemia hasta mes y medio más tarde. Aunque no dé una definición oficial, la OMS describe varios factores que deben cumplirse para considerar pandemia a una enfermedad.
En primer lugar, debe afectar a un grupo grande de población sin inmunizar; normalmente esto ocurre cuando el virus en cuestión es nuevo. También debe traspasar fronteras y afectar a diferentes países y áreas del mundo. Para ello debe, además, tener una transmisibilidad alta; esto es, que se transmita con bastante facilidad. En último lugar, el patógeno debe tener un alto índice de letalidad: es por ello que enfermedades como los resfriados, que se transmiten fácilmente y afectan a muchas personas de forma simultánea, no se consideran pandemias, pues no son peligrosas.