8 de junio
Tal día como hoy, un 8 de junio de 1970, fallecía en Menlo Park, California, el psicólogo norteamericano Abraham Maslow, pionero de la rama de la psicología conocida como humanista y creador de la llamada pirámide de las necesidades, también referida como Pirámide de Maslow en su honor. Maslow nació un 1 de abril de 1908 en Brooklyn, Nueva York, de padres inmigrantes judíos ucranianos. Originalmente iba a estudiar Derecho, pero finalmente se decantó por estudiar Psicología en la Universidad de Wisconsin, de donde se doctoró en 1934. Entre 1937 y 1951 trabajó como profesor para el Brooklyn College de la Universidad de Nueva York, antes de mudarse a Boston para ejercer como jefe del departamento de Psicología de la Universidad de Brandeis.
Su desarrollo de la psicología humanista surge como una respuesta al psicoanálisis de Freud y al conductismo de Skinner. Según Maslow, ambas ramas pecaban de deterministas, de simplificar al ser humano y sus conductas y de tener, en general, una visión negativa de la naturaleza humana. Maslow propuso, por tanto, considerar globalmente a las personas, presentadas como un todo y no como una suma de sus partes. Para ello postuló conocer en profundidad las historias de los individuos, su intencionalidad y sus objetivos y aspiraciones; en resumen, apoyó un enfoque mucho más cercano, positivo y personal con los pacientes.
Pirámide de Maslow
Sin embargo, la aportación más famosa de Maslow a la cultura fue la de la Pirámide de necesidades que lleva su nombre. Esta pirámide formula una jerarquía de necesidades humanas, con las más básicas ocupando su lugar en la base y los deseos más elevados y personales localizados en la cúspide. Según Maslow, conforme se satisfacen las primeros surgen los segundos. El primer nivel serían esas necesidades básicas, que incluyen aquellas necesarias para sobrevivir: alimentarse, respirar, dormir, reproducirse, hidratarse… El segundo nivel se refiere a la seguridad, a la necesidad de protegerse. Esto no solo hace referencia a una preservación expresa de nuestra vida, sino también a la salud, a la posesión de un hogar y de acceso a recursos.
El tercer nivel incluye lo social, ya sea relacionarse con otros seres humanos (en calidad de amistad, familiar o romántica) y sentirse aceptados. Para el cuarto nivel Maslow ya hablaba de la necesidad de la estima y el reconocimiento, tanto el dirigido hacia uno mismo como el que nos proporcionan los demás. El último nivel, al que se refirió como «autorrealización», consiste en la búsqueda del sentido a la vida. Para Maslow, la mayoría de personas no alcanzan este nivel, que se logra con el desarrollo potencial de alguna habilidad.