Urgencias Pediátricas del Hospital Gregorio Marañón recuerda las medidas para evitar golpes de calor en niños y bebés
Fiebre, irritabilidad, vómitos, mareos o cefaleas son síntomas que deben alertar a los padres, especialmente en bebés
La Sección de Urgencias Pediátricas del Hospital Gregorio Marañón, centro público de la Comunidad de Madrid, recuerda que los niños y los lactantes son población vulnerable ante temperaturas extremas de calor, por lo que son susceptibles de sufrir golpes de calor que en algunos casos pueden ser mortales. Por ello, sus profesionales apelan a tomar medidas preventivas para evitar este tipo de situaciones y a saber reaccionar en caso de que nos encontremos con un menor que puede estar afectado por un golpe de calor.
Hay que recordar que un golpe de calor consiste en una elevación excesiva de la temperatura corporal tras la exposición a altas temperaturas. “Todos los años, especialmente ante ola de calor, atendemos en Urgencias Pediátricas a niños, y especialmente bebés con cuadros de deshidratación, temperatura elevada, fiebre difícil de controlar, dolor de cabeza y mareos. Es más frecuente en menores de un año porque tiene menos reserva de agua, unos mecanismos de sudoración y aparato respiratorio más inmaduro, convirtiéndoles en más vulnerables al agotamiento”, explica Paula Vázquez, jefa de Urgencias Pediátricas del Hospital Gregorio Marañón.
La pediatra María García de Oteyza repasa una serie de medidas preventivas para adoptar con los niños durante el verano, pero especialmente ante las olas de calor. “Aunque los niños no lo pidan hay que insistir en que beban líquidos, especialmente agua, para mantener la hidratación. Evitar el ejercicio físico intenso, especialmente en las horas centrales del día. El uso de ropa adecuada, con tejidos frescos y colores claros. Proteger la cabeza con gorros o sombreros. Uso habitual de la protección solar”. Es de interés recordar que es aconsejable moderar la exposición de los niños al sol, evitar especialmente el mediodía y primeras horas de la tarde y desarrollar las actividades con los menores en lugares frescos, ventilados y elegir juegos de esfuerzo físico moderado.
“Las medidas preventivas son fundamentales, moderar la exposición al sol y si esta se produce cubrir la mayor parte del cuerpo, especialmente la cabeza, y beber de forma repetida, hasta dos libros de agua en niños más mayores, y evitar en todos los casos que los adolescentes consuman alcohol”, recuerda la doctora Vázquez.
Anualmente en nuestro país mueren más de 150 personas por golpes de calor, es reseñable que también se producen en niños, especialmente lactantes, al ser una población muy sensible a las altas temperaturas. En los niños hay una menor reserva de agua, su mecanismo de sudoración es menos eficiente y esto puede hacer que su temperatura corporal pueda subir hasta cinco veces más rápido. Los síntomas que deben alertarnos ante un posible golpe de calor en niños son: fiebre de más de 40 grados, vómitos, mareos, cefalea, irritabilidad y taquicardia en situaciones más graves, también pérdida de conciencia.
Si un adulto sospecha que un niño puede estar sufriendo un golpe de calor debe avisar a los servicios de emergencia y mientras tanto tomar una serie de medidas que ayuden al menor a aliviar la situación: “Hay que situar al niño en un lugar lo más fresco posible, colocarlo bocarriba, liberarle de la ropa innecesaria, especialmente si es ajustada, disminuir la temperatura corporal aplicando compresas humedecidas en agua fría. Sin embargo, hay que evitar sumergirlo en agua helada y las friegas de alcohol. Si el niño está consciente y lo tolera procurar que beba agua o suero oral”, señala la doctora García de Oteyza.
Desde la Sección de Urgencias Pediátricas del Hospital Gregorio Marañón insisten en alertar de una situación de peligro que se repite todos los veranos y es evitar siempre dejar a los niños solos en los coches, tanto si están al sol como en la sombra, tengan o no las ventanas abiertas. “Los coches en verano alcanzan temperaturas extremas que son una situación de grave riesgo para los menores. Si un adulto detecta a un niño solo en un coche debe avisar inmediatamente al 112”, reitera García de Oteyza.
En los lactantes, mayor cuidado
Se debe presentar especial cuidado con los bebés lactantes, por su especial vulnerabilidad a los cambios de térmicos y estar en desarrollo, con lo que adolecen, más que los niños incluso, de mecanismos eficientes para regular la temperatura corporal. Además, carecen de formas claras de expresar su situación o lo que les sucede.
Los lactantes que están sufriendo un golpe de calor pueden presentar síntomas muy inespecíficos, como irritabilidad, rechazo de tomas, fiebre o taquicardias, aunque los casos graves si pueden ir acompañados de pérdida de conciencia.
Al igual que en los niños, ante estos casos, hay que llevar al bebé a una zona fresca y ventilada, despojarle de la ropa y tratar de disminuir su temperatura corporal. “Para refrescarle podemos aplicar compresas mojadas en agua fría en frente, cara, cuello, nuca y parte superior del tórax y nunca hay que aplicar al bebé friegas de alcohol o sumergirle en líquidos fríos”, señala Clara Ferrero, pediatra de Urgencias del Hospital Gregorio Marañón.
“Si el paciente está consciente y no vomita debemos ofrecerle tomas de lactancia materna o artificial, e incluso, suero de rehidratación oral en una jeringuilla. Si el bebé está inconsciente, si fuera necesario, reiniciar reanimación cardiopulmonar. No debemos olvidar que todo lactante que presente síntomas de estar padeciendo un golpe de calor debe ser trasladado al hospital”, indica la doctora Ferrero.
Para prevenir estas situaciones hay que garantizar que los lactantes estén siempre bien hidratados “ofreciéndoles con frecuencia lactancia materna o artificial. Es fundamental que las prendas de vestir sean holgadas y que transpiren, proteger la cabeza con gorros ligeros y siempre con protección si hay exposición solar, aunque lo ideal es que esta no se produzca o sea muy acotada”.