SEMEDLAB esclarece el origen de la producción excesiva de cortisol y la mejor estrategia terapéutica para el paciente con síndrome de Cushing
La detección tardía del síndrome de Cushing puede tener repercusiones graves para la salud del paciente, desde una mayor predisposición a sufrir fracturas y osteoporosis, hipertensión arterial persistente o diabetes tipo 2
El síndrome de Cushing (SC) es un trastorno endocrino complejo caracterizado por la hipersecreción crónica de cortisol o hipercortisolismo. Establecer un diagnóstico resulta complicado debido a su gran variedad de manifestaciones clínicas, que pueden ser muy inespecíficas e incluso solaparse con otras patologías comunes, como la obesidad, la alteración del metabolismo de la glucosa, la irregularidad menstrual o los trastornos psiquiátricos. La detección tardía del síndrome de Cushing puede tener graves consecuencias para la salud.
La Sociedad Española de Medicina de Laboratorio (SEMEDLAB), en el marco de la celebración de las Jornadas del Comité Científico durante los días 11 y 12 de abril en la ciudad de Málaga, tiene como objetivo profundizar en el papel del especialista del Laboratorio Clínico en cada una de las fases del proceso diagnóstico del síndrome de Cushing. A través del curso, El síndrome de Cushing, el gran simulador: un reto diagnóstico para el laboratorio, expertos en Medicina de Laboratorio, Endocrinología, Bioquímica Clínica y Genética Molecular buscan esclarecer la causa detrás de ese hipercortisolismo, además de determinar la mejor estrategia terapéutica y realizar el adecuado seguimiento y monitorización de la enfermedad.
La causa más frecuente de Síndrome de Cushing es la exposición a corticoides exógenos, siendo la causa endógena una enfermedad rara, cuya incidencia se ha establecido entre 2-3 casos por millón de habitantes y año. Sin embargo, como apunta el miembro de la Comisión de Hormonas de SEMEDLAB y jefe de Sección del Laboratorio Core del Servicio de Análisis Clínicos del Complejo Universitario de Vigo, el Dr. Elías Álvarez García, la posibilidad de un síndrome de Cushing debe descartarse en un gran número de pacientes.
Identificar la vasta cantidad de síntomas
De acuerdo con el experto, el hipercortisolismo es sugerido por una amplia variedad de signos y síntomas, algunos más específicos, pero ninguno patognomónico y algunos muy prevalentes en la población como la obesidad, la hipertensión, la irregularidad menstrual o la alteración del metabolismo de la glucosa. Tal y como asevera el Dr. Álvarez: «El diagnóstico debe ser confirmado siempre con pruebas bioquímicas, mientras que el cribado de la enfermedad debe realizarse en un gran número de sujetos oligosintomáticos o incluso asintomáticos, como en el caso de los pacientes con incidentalomas adrenales». Por tanto, remarca que la eficiencia diagnóstica es de la máxima relevancia, ya que es una enfermedad con elevada mortalidad, condicionada fundamentalmente por enfermedad cardiovascular y procesos infecciosos.
Como consecuencia de la evolución gradual de la enfermedad y de la inespecificidad en los síntomas, el tiempo medio para alcanzar un diagnóstico de síndrome de Cushing oscila entre dos y cuatro años. La detección tardía de la patología y el consiguiente hipercortisolismo pueden tener repercusiones graves para la salud del paciente. Así lo indica la también miembro de la Comisión de Hormonas de SEMEDLAB y residente de cuarto año de la Clínica Universidad de Navarra de Pamplona, la Dra. Patricia Fernández Tomás: «La exposición prolongada a niveles elevados de cortisol induce alteraciones metabólicas, inmunológicas y cardiovasculares que, si no se abordan de manera temprana, pueden llevar a complicaciones irreversibles».
Aumento del riesgo de accidentes cardiovasculares
Asimismo, otra de las secuelas derivadas del hipercortisolismo es el desarrollo de diabetes tipo 2. También puede debilitar el sistema inmune y causar alteraciones psiquiátricas como depresión y ansiedad, así como aumentar el riesgo de eventos cardiovasculares, como infarto de miocardio y accidente cerebrovascular. Por tanto, la facultativa insiste en que el diagnóstico tardío no solo retrasa el tratamiento adecuado, sino que también incrementa significativamente la morbilidad y mortalidad asociadas al síndrome de Cushing.
El experto en Medicina de Laboratorio juega un papel clave en el abordaje de la patología, desde el diagnóstico del hipercotisolismo al esclarecimiento de su causa, y por tanto, ayudando a la elección de la mejor indicación terapéutica y la monitorización del paciente. «El especialista del Laboratorio Clínico debe integrarse en los equipos multidisciplinares dedicados al diagnóstico y tratamiento de estos pacientes, trabajando conjuntamente con endocrinólogos, radiólogos intervencionistas, cirujanos, médicos nucleares y patólogos», señala el Dr. Álvarez.
Medición del cortisol en orina
La primera fase del proceso diagnóstico consiste en confirmar la secreción autónoma de cortisol. Para ello, como explica la Dra. Fernández, se realiza la medición del cortisol en orina de 24 horas. «A través de esta prueba se evalúa la cantidad total de cortisol excretado durante un día», detalla. En esta primera etapa, también destaca la prueba de supresión con dexametasona y la medición del cortisol salival nocturno. Según afirma la facultativa, debido a que el cortisol sigue un ritmo circadiano con niveles bajos por la noche, la medición de cortisol en saliva en la madrugada resulta útil para identificar alteraciones en este patrón fisiológico.
Tras la confirmación del hipercortisolismo, se procede a determinar su origen. En esta fase, como subraya la experta, el laboratorio es crucial mediante la medición de los niveles en sangre de la hormona adrenocorticotrópica (ACTH, por sus siglas en inglés), que permite diferenciar entre un síndrome de Cushing dependiente de ACTH (hipofisario o ectópico) o uno independiente de ACTH (generalmente debido a un adenoma adrenal). Asimismo, y dependiendo de los resultados previos, se pueden realizar pruebas de estimulación con CRH (hormona liberadora de corticotropina) para diferenciar entre un adenoma hipofisario y un tumor ectópico productor de ACTH, según informa la Dra. Fernández.
La importancia de las pruebas de imagen
Finalmente, las pruebas de imagen, como la resonancia magnética (RM) de la hipófisis y la tomografía computarizada (TC) del abdomen y tórax, son fundamentales para localizar la fuente del hipercortisolismo y evaluar la presencia de tumores productores de ACTH o lesiones suprarrenales.
Además del diagnóstico, la monitorización del paciente ya en tratamiento es otro de los campos en los que interviene el especialista de Medicina de Laboratorio. En palabras del Dr. Álvarez: «Su labor permite realizar un seguimiento, prácticamente de por vida, para poder diagnosticar de forma temprana una posible recidiva e intentar modular el tratamiento para que sea lo más exitoso posible en los pacientes que no se ha alcanzado la curación quirúrgica».
Nuevos biomarcadores
En el futuro, se espera que los avances tecnológicos y científicos contribuyan a mejorar significativamente la precisión y rapidez del diagnóstico del síndrome de Cushing. Entre los desarrollos más prometedores, tal y como asevera la Dra. Fernández, se encuentran los biomarcadores más específicos, «con investigaciones en sangre y saliva que podrían proporcionar herramientas más sensibles para la detección temprana del hipercortisolismo; además de la aplicación de técnicas de proteómica y metabolómica para identificar patrones moleculares relacionados con el exceso de cortisol».
«Asimismo, la integración de algoritmos de inteligencia artificial y modelos predictivos basados en aprendizaje automático podría optimizar la interpretación de los datos clínicos, mejorando la precisión diagnóstica y acelerando el proceso de detección», precisa.