La historia del “paciente cero” más famoso del mundo
Cuando escuchamos el término “paciente cero”, es fácil imaginar a una única persona propagando una enfermedad
En epidemiología, se utiliza el término de paciente cero para referirse al primer caso documentado en una cadena de transmisión de una enfermedad. En muchos brotes, saber quién es el paciente cero ayuda a los investigadores a reconstruir la ruta de contagio y a poder contener la propagación.
Sin embargo, es importante notar que el paciente cero no necesariamente es el primer ser humano en contraer la enfermedad. Simplemente puede ser el primero que llama la atención de los investigadores o el primer caso trazado en una red de contactos.
La figura del paciente cero aparece como el inicio de todo, como el primer infectado o el origen del brote. Pero, ¿quién fue realmente el paciente cero más famoso del mundo? Vamos a ver cómo surgió este concepto que mezcla ciencia, mito y malentendidos.
La historia nos lleva a una crisis muy conocida, la del VIH/SIDA en los años 80, donde un hombre fue injustamente señalado como el origen de una de las pandemias más mortales del siglo XX. Él era Gaëtan Dugas, un asistente de vuelo que durante mucho tiempo fue conocido como el paciente cero del SIDA en América del Norte.
Gaëtan Dugas y el origen del mito
Gaëtan Dugas fue un asistente de vuelo de Air Canada, diagnosticado con VIH a principios de los años 80. Tenía 31 años cuando falleció en 1984, pero su historia sería revivida años después, en 1987, cuando el periodista Randy Shilts publicó el libro And the Band Played On. En este influyente texto sobre los inicios de la epidemia del SIDA en Estados Unidos, Shilts señaló a Dugas como el paciente cero, un hombre que, según el libro, había sido advertido de su diagnóstico y, aun así, habría seguido teniendo relaciones sexuales sin protección con múltiples parejas.
La historia fue muy recogida por los medios de comunicación. Dugas fue retratado como una especie de “villano viral”, alguien que propagaba deliberadamente la enfermedad. Su imagen pública quedó manchada, y el mito del paciente cero como el culpable de la epidemia se consolidó.
Sin embargo, había un problema: la historia no era del todo cierta.
El error de la letra “O”
La identificación de Dugas como paciente cero proviene, en parte, de un error de interpretación. Durante un estudio epidemiológico del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades en los años 80, se etiquetaron los casos de VIH en una red de contactos sexuales. A Dugas se le asignó el código “Patient O”, la letra “O” de “Outside California”, para indicar que no vivía en el estado.
Pero cuando estos datos llegaron a manos del público y de algunos periodistas, la “O” fue malinterpretada como un cero, convirtiéndose en “Patient 0” o “paciente cero”. A partir de ahí, la historia tomó un rumbo sensacionalista.
Dugas, de hecho, colaboró activamente con los epidemiólogos, proporcionando una lista de sus parejas sexuales y ayudando a los científicos a mapear cómo se estaba propagando el virus. Así que más que un villano, fue un aliado en la investigación.
Décadas más tarde, los avances en genética viral permitieron reconstruir con más precisión el origen del VIH. En 2016, un estudio dirigido por el equipo de Michael Worobey, de la Universidad de Arizona, analizó muestras de sangre antiguas de pacientes diagnosticados en los años 70. Al estudiar el genoma del virus, los investigadores demostraron que el VIH ya circulaba en Estados Unidos mucho antes de que Dugas apareciera en escena.
El análisis situó la introducción del virus en América del Norte alrededor de 1970, posiblemente a través del Caribe. Dugas fue sólo uno de muchos infectados en los primeros años de la epidemia, y claramente no fue el primero. El estudio concluyó que “el virus ya estaba aquí antes de que él llegara”.
El peso del estigma
La historia del falso paciente cero es un claro ejemplo del daño que puede causar el estigma en el contexto de las enfermedades infecciosas. En lugar de promover la comprensión científica, el sensacionalismo llevó a la demonización de una persona y alimentó el miedo, la homofobia y la desinformación en torno a la enfermedad.
Durante los primeros años de la epidemia, muchos enfermos fueron marginados, y el caso de Dugas reforzó la idea errónea de que el SIDA era una “culpa” o una “consecuencia” de ciertos estilos de vida. Esta narrativa lo que hizo fue entorpecer la respuesta médica, retrasar la empatía social y dificultar el acceso a tratamientos.
¿Debemos seguir usando el término paciente cero?
Hoy en día, muchos expertos sugieren evitar el término paciente cero, ya que puede crear una falsa impresión de causalidad y responsabilizar a individuos. En lugar de buscar culpables, la salud pública actual se enfoca en entender los patrones de transmisión, fortalecer los sistemas de detección y así evitar el estigma.
A través de la historia de Dugas se aprende una lección: los virus no discriminan, pero nosotros sí podemos hacerlo, para bien o para mal.

