El Laboratorio Clínico, un eje clave para la toma de decisiones clínicas en el síndrome de Lynch
El síndrome de Lynch afecta aproximadamente a 1 de cada 300 personas y representa entre el 2% y el 4% de todos los casos de cáncer colorrectal
El síndrome de Lynch (SL) es una condición genética hereditaria que predispone a una amplia variedad de cánceres, especialmente al cáncer colorrectal y al cáncer de endometrio, como consecuencia de alteraciones heredadas en genes reparadores del ADN. El abordaje del síndrome de Lynch involucra a diferentes campos de la medicina que actúan de forma coordinada para el diagnóstico, la prevención y el tratamiento del cáncer. Dentro de este equipo, las especialidades del Laboratorio Clínico, principalmente en el área de genética, desempeñan un papel fundamental en todas las fases del manejo del SL, desde la prevención hasta el seguimiento del paciente, posicionándose como un eje clave en la toma de decisiones clínicas personalizadas.
Revisión sobre el síndrome de Lynch
En este contexto, expertos en Medicina de Laboratorio han publicado el estudio, Lynch syndrome and colorectal cancer: A review of current perspectives in molecular genetics and clinical strategies, en el que se ha realizado una revisión sobre el síndrome de Lynch que ofrece un visión integrada de los avances genéticos, diagnósticos y terapéuticos, centrándose especialmente en el asesoramiento genético, el cribado endoscópico y los enfoques terapéuticos emergentes.
El síndrome de Lynch afecta aproximadamente a 1 de cada 300 personas y representa entre el 2% y el 4% de todos los casos de cáncer colorrectal. Tal y como explica la presidenta de la Comisión de Genética de la Sociedad Española de Medicina de Laboratorio (SEMEDLAB), la Dra. María Santamaría-González, «el riesgo de cáncer colorrectal en personas con síndrome de Lynch puede llegar al 80% a lo largo de la vida». Sin embargo, matiza que, con un seguimiento adecuado, (colonoscopias tempranas y regulares) se ha logrado reducir significativamente la mortalidad.
La facultativa incide en el origen genético de este síndrome como consecuencia de alteraciones heredadas en genes reparadores del ADN, principalmente en MLH1, MSH2, MSH6 y PMS2. «Estas variantes genéticas se transmiten con un patrón de herencia autosómica dominante, lo que significa que cada hijo de una persona portadora tiene un 50% de probabilidad de heredar la alteración», informa la Dra. Santamaría-González.
Detección de la alteración genética
Estas alteraciones aumentan notablemente el riesgo de desarrollar distintos tipos de cáncer a edades más tempranas que en la población general, desde cáncer colorrectal y de endometrio (hasta un 60% más de riesgo), además de cáncer de ovario, estómago, intestino delgado, hepatobiliar, vías urinarias, páncreas y sistema nervioso central, «con riesgos variables según el gen afectado», según precisa la experta. Debido a su mayor riesgo, la Dra. Gómez Molina destaca que, una vez detectada la alteración genética, estos pacientes deben entrar en programas de vigilancia con colonoscopias más frecuentes y desde edades más tempranas.
El Laboratorio Clínico, un puente entre el diagnóstico molecular y la práctica clínica
Entre las ideas clave del artículo, se aborda la importancia de la coordinación del Laboratorio Clínico con otras especialidades como Oncología o Gastroenterología para la atención integral de pacientes con sospecha o diagnóstico de síndrome de Lynch. En palabras de una de las coautoras del estudio y miembro del Comité de Comunicación de SEMEDLAB, la Dra. Raquel Gómez Molina, gracias a los avances en biología molecular y genética, «el laboratorio desempeña un importante papel en todas las fases del manejo del SL, desde la prevención hasta el seguimiento del paciente, siendo una herramienta clave para aplicar una medicina de precisión eficaz en pacientes con síndrome de Lynch».
La prueba principal de laboratorio para confirmar el síndrome de Lynch es un estudio genético que analiza si una persona es portadora de una variante patogénica en alguno de los genes implicados. Esta prueba, como detalla la Dra. Santamaría-González, «se hace a partir de una muestra de sangre o saliva y se estudia el ADN con técnicas como la secuenciación masiva para detectar variantes puntuales y se complementa con la amplificación de sondas tras ligación múltiple (MLPA) o técnicas similares para detectar grandes reordenamientos, especialmente en los genes MSH2 y EPCAM».
El síndrome de Lynch tiene tratamiento si se detecta
En este sentido, la Dra. Santamaría-González resalta que el síndrome de Lynch es tratable si se detecta, «pero invisible si no se busca». Según explica, muchos pacientes no saben que tienen un riesgo hereditario alto de cáncer, por lo que una sola prueba genética puede beneficiar a toda una familia. De acuerdo con la facultativa, «constituye un claro ejemplo de cómo la medicina de precisión puede transformar el enfoque médico y pasar de tratar el cáncer cuando aparece a prevenirlo antes de que ocurra». «De ahí la necesidad de que el acceso a los estudios genéticos sea equitativo y esté garantizado dentro del SNS», resalta la experta.
Por su parte, la Dra. Gómez Molina ahonda en que un adecuado asesoramiento genético del paciente posibilita ajustar su plan de seguimiento de forma personalizada. Además, la experta pone en valor que este proceso permite identificar a familiares que podrían estar en riesgo de haber heredado la misma alteración genética e iniciar medidas de detección precoz si la variante resulta positiva incluso antes de que aparezcan síntomas.
Asesoramiento genético
Por otro lado, el asesoramiento genético tiene un valor añadido en el ámbito reproductivo. De acuerdo con la Dra. Gómez Molina, a las personas portadoras se les puede ofrecer información sobre opciones reproductivas como el diagnóstico genético preimplantacional (PGT), que permite seleccionar embriones libres de las variantes mediante un proceso de fecundación in vitro y evitar la transmisión de la alteración genética a su descendencia.
Más allá del diagnóstico y la prevención, el Laboratorio Clínico tiene un importante papel para anticipar el riesgo, individualizar las decisiones y acompañar al paciente a lo largo de todo su recorrido clínico. En este sentido, como arguye la Dra. Gómez Molina, el laboratorio no solo aporta datos, sino valor clínico real que transforma el modo en que se previene, trata y monitoriza esta enfermedad hereditaria. Por ejemplo, resulta clave durante el seguimiento mediante la monitorización de biomarcadores tumorales o con técnicas como la biopsia líquida, que permite detectar recaídas incluso antes de que sean visibles por los métodos de imagen.
En este contexto, la comunicación y coordinación del experto en Medicina de Laboratorio con otras especialidades como Digestivo, Oncología, Anatomía Patológica o Cirugía resulta fundamental. Este enfoque multidisciplinar, de acuerdo con la Dra. Gómez Molina, contribuye a establecer criterios y protocolos de cribado y seguimiento, interpretar correctamente los resultados moleculares y discutir su significado clínico para mejorar la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes con esta patología. «Por todo ello, se puede afirmar que el Laboratorio Clínico actúa como un puente entre el diagnóstico molecular y la práctica clínica, siendo una herramienta clave para aplicar una medicina de precisión eficaz en pacientes con síndrome de Lynch», concluye la experta.