“Villa Demencia”
¿Imaginas una residencia donde se traten a las personas con Alzheimer como si viviesen en un pueblo?
En los Países Bajos, un país reconocido por sus innovaciones en el ámbito social y sanitario se encuentra una de las experiencias más singulares en el cuidado de personas con Alzheimer y otras formas de demencia. Hablamos de Hogeweyk, conocida internacionalmente como: “Villa Demencia”.
Una residencia que actúa como pueblo: «Villa Demencia»
Inaugurada en 2009 en la localidad de Weesp, cerca de Ámsterdam, esta residencia se concibió como el primer “pueblo” diseñado específicamente para acoger a personas con deterioro cognitivo avanzado. A diferencia de las instituciones tradicionales, donde la vida suele girar en torno a rutinas estrictas y un ambiente hospitalario, Hogeweyk ofrece calles, plazas, un supermercado, peluquería, restaurantes, cafés y hasta un teatro, todo dentro de un espacio cerrado y seguro que simula la vida en comunidad.
El concepto responde a una idea sencilla pero revolucionaria: en lugar de organizar la vida de los residentes en torno a sus limitaciones, se apuesta por un entorno en el que puedan continuar con las actividades cotidianas que conocieron durante su vida. En Hogeweyk viven alrededor de 150 personas repartidas en pequeñas casas de seis o siete residentes, agrupadas según afinidades y estilos de vida, como pueden ser un enfoque más tradicional, cultural, religioso o urbano. El personal no viste uniforme y actúan como si fuesen vecinos, camareros o peluqueros, lo que contribuye a que las interacciones sean naturales y no impersonales. De esta forma, la experiencia de quienes habitan este lugar se acerca lo máximo posible a la de una vida normal, aunque bajo condiciones de cuidado especializado y constante supervisión.
Beneficios de este modelo de residencia
Los beneficios que este modelo ha generado para sus residentes han sido ampliamente documentados. En primer lugar, destaca la mejora en la calidad de vida. Es decir, al sentirse en un entorno familiar, seguro y reconocible, las personas con Alzheimer recuperan una sensación de normalidad y dignidad que en residencias convencionales suele perderse. Las actividades que realizan, desde ir de compras hasta preparar la cena o pasear por una plaza, les otorgan un papel activo en su día a día, en lugar de situarlos únicamente en la posición de pacientes pasivos.
Este cambio de enfoque también ha tenido un impacto notable en la salud. En Hogeweyk, el uso de medicación antipsicótica, habitual para controlar episodios de agitación o ansiedad, se redujo drásticamente. Mientras en los años 90, cerca del cincuenta por ciento de los pacientes requerían este tipo de fármacos, tras la puesta en marcha del modelo, la cifra cayó por debajo del diez por ciento. Esto supone un avance no solo en términos médicos, al evitar efectos secundarios y dependencia, sino también en la estabilidad emocional de los residentes, que viven en un ambiente menos estresante y más estimulante.
La autonomía es otro de los grandes logros de este enfoque. En lugar de limitarse a recibir cuidados, los residentes participan activamente en tareas sencillas pero significativas, como poner la mesa, cuidar plantas o ayudar en la preparación de alimentos. Este tipo de actividades refuerzan la autoestima, reafirman la identidad personal y ayudan a mantener habilidades funcionales por más tiempo. Además, el movimiento físico y la participación en actividades recreativas o culturales fomentan la actividad mental y corporal, lo cual contribuye a ralentizar el deterioro cognitivo.
Impacto emocional de este modelo de residencia
El impacto emocional es igualmente importante. La seguridad que ofrece el entorno y la familiaridad del día a día reducen los sentimientos de miedo, confusión o estrés que suelen experimentar las personas con Alzheimer en instituciones convencionales. En consecuencia, disminuyen las conductas disruptivas y mejora el estado de ánimo. A esto se suma el hecho de que los residentes conviven en pequeños grupos afines y mantienen relaciones con cuidadores que interactúan de manera cercana y humana, lo que refuerza el sentido de pertenencia y comunidad.
Finalmente, no se pueden dejar de lado los beneficios para las familias. Saber que sus seres queridos viven en un lugar que prioriza la calidad de vida, la autonomía y la dignidad les aporta tranquilidad y confianza. Además, el diseño del pueblo facilita las visitas y la participación en actividades, lo que favorece un vínculo más positivo con los residentes.
En definitiva, Hogeweyk representa un cambio profundo en la manera de pensar el cuidado de la demencia. Más que una residencia, es un modelo de vida en el que la persona no se define por su enfermedad, sino por su capacidad de seguir siendo parte activa de una comunidad. En este pequeño pueblo neerlandés, los habitantes no son pacientes, sino vecinos, y esa simple diferencia ha marcado un antes y un después en la atención a quienes conviven con el Alzheimer.