Fundación Vicente Ferrer
Con una historia que se remonta a 1969, la Fundación Vicente Ferrer da cobertura a las zonas más empobrecidas de la India
La Fundación Vicente Ferrer es el resultado institucional de una trayectoria que arranca en 1969, cuando Vicente Ferrer y Anna Ferrer iniciaron en Anantapur un programa de desarrollo junto a las comunidades rurales más excluidas del sur de la India. Aquel trabajo cristalizó en el Rural Development Trust (RDT), matriz india del proyecto; años después, la fundación española se constituyó y quedó inscrita en el Registro de Fundaciones por Orden del 18 de marzo de 1997, con sede en Barcelona, lo que dotó de estabilidad jurídica y capacidad de alianzas a una intervención que ya había mostrado resultados sostenidos en terreno. La entidad se define como una organización de acción, independiente de cualquier credo o ideología, orientada a paliar las desigualdades mediante procesos de largo recorrido que se apoyan en la participación comunitaria.
El enfoque operativo se articula en varias áreas que se refuerzan mutuamente. Educación y sanidad constituyen la base del cambio social: escuelas y apoyo a la educación superior para niñas y jóvenes, red hospitalaria y programas de nutrición en zonas rurales.
Sobre esa base, la fundación impulsa vivienda digna, acceso al agua y mejoras del hábitat; promueve la autonomía económica de las mujeres mediante formación y apoyo al emprendimiento; acompaña a personas con discapacidad a través de grupos de apoyo y rehabilitación; y trabaja en ecología y adaptación climática con reforestación y gestión sostenible del entorno. Ese abanico se traduce en resultados medibles del último año: más de 819.000 consultas en su red hospitalaria, 2.241 viviendas construidas, 399.367 árboles plantados, 33.648 mujeres con negocios en marcha, 11.318 jóvenes con apoyo para estudios superiores y 25.355 personas participando en grupos de apoyo a la discapacidad. La combinación de servicios y capital social crea resiliencia en comunidades que históricamente habían quedado fuera de los circuitos de bienestar.
Alcance y organización
El alcance geográfico se ha ampliado sin perder el foco. En India, la acción se concentra en Andhra Pradesh y Telangana; desde 2023, la organización trabaja también en Nepal con proyectos orientados a infancia vulnerable, discapacidad y salud mental, y ha iniciado su primera intervención en África apoyando al Hospital Carmelo de Mozambique en VIH, tuberculosis y desnutrición. En 2024 incorporó una operación de recuperación en España para acompañar la reconstrucción material y emocional de las zonas afectadas por la DANA en la provincia de Valencia, un despliegue inédito en su historia que refuerza su capacidad de respuesta ante emergencias y sus efectos psicosociales.
La estructura de gobierno y gestión sostiene ese despliegue. El Patronato en España (presidido por Anna Ferrer y con Fernando Aguiló como secretario, además de vocalías de Vishala Ferrer y Francisco Javier Manubens y una vicesecretaría no patrona) marca las líneas estratégicas. La Dirección General, asumida en 2022 por Luz María Sanz, y la Gerencia de Dirección, a cargo de Carles Coarasa, coordinan el día a día de un equipo cercano a 130 profesionales en España y casi 2.400 en India, el 99% originarios de Anantapur, con sede central en Barcelona y siete delegaciones territoriales. La cooperación con RDT en India y con las oficinas asociadas en Alemania y Estados Unidos garantiza sinergias en financiación, conocimiento y evaluación.
¿Cómo se concreta la misión de la Fundación Vicente Ferrer?
Los objetivos de la fundación se alinean con un desarrollo humano integral: reducir desigualdades por origen social, por razón de género o de discapacidad; asegurar servicios esenciales de salud y educación con estándares de calidad; promover medios de vida sostenibles que consoliden autonomía económica; y fortalecer el tejido comunitario para que las soluciones persistan una vez que los proyectos se retiran. La apuesta es explícitamente secular y se sustenta en la corresponsabilidad de las comunidades, el liderazgo de las mujeres y la evidencia que aportan memorias anuales, sistemas de seguimiento y evaluación, y alianzas con administraciones públicas que cofinancian programas y comparten aprendizaje.
Las campañas y los actos públicos han funcionado como palanca de cambio y de sensibilización. Por un lado, el proyecto de igualdad de género ha sumado a miles de personas y ha producido materiales audiovisuales y eventos de apoyo, incluidos formatos culturales como un concierto on-line. Ese hilo de igualdad se refuerza con Destino Igualdad, campaña centrada en madres solas y autonomía económica, y con acciones contra el matrimonio infantil que combinan incidencia, educación y apoyo directo a familias. En el ámbito deportivo y educativo, la escuela NETS, creada junto con la Fundación Rafa Nadal, cumple quince años como proyecto que combina tenis, refuerzo escolar, inglés e informática con nutrición infantil con el objetivo de avanzar hacia la igualdad y la inclusión; la línea Deporte para el cambio social, por otro lado, ha conectado la práctica deportiva con objetivos de cohesión y salud en India.
Cincuenta y cinco años al servicio de los más vulnerables
La historia de la fundación permite leer su evolución institucional con precisión. Nace del trabajo de campo en 1969 y se afianza como entidad española con personalidad jurídica propia en 1996, reconocida oficialmente como fundación asistencial por el entonces Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales; desde entonces, ha madurado un modelo que combina intervención directa, gestión del conocimiento y movilización social. Esa madurez se advierte en su organigrama, en su despliegue multinivel y en la rendición de cuentas a través de memorias, resultados y un ecosistema de proyectos que hablan de continuidad y adaptación.
Mirando el conjunto, la Fundación Vicente Ferrer ha convertido un compromiso personal en una organización capaz de sostener cambios estructurales en los lugares donde opera. Su balance reciente (consultas médicas, viviendas, reforestación, mujeres emprendedoras, jóvenes en la universidad) no es una suma de indicadores aislados, sino la evidencia de una metodología que prioriza dignidad, participación y equidad. Esa es la clave de su legitimidad social: el mismo proyecto que arraigó en Anantapur hace más de medio siglo hoy dialoga con instituciones españolas, gobiernos autonómicos, empresas y ciudadanía española sin perder su anclaje comunitario.