Un día en la vida del profesional de enfermería de UCI
En la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), el tiempo se mide en segundos y las decisiones pueden cambiar el rumbo de una vida por completo
Quienes trabajan allí conocen de cerca la vulnerabilidad humana, pero también la sorprendente capacidad de resistencia. Aquí entra un papel fundamental, el profesional de enfermería de UCI, durante un día de trabajo en un entorno donde la técnica, la intuición y la empatía se entrelazan en cada turno.
Cuando las ciudades amanecen entre luces anaranjadas, este profesional cruza la puerta del hospital. El murmullo constante de la UCI recibe a sus trabajadores como ya un conocido. Antes de empezar, se revisa el parte enfermero: pacientes ingresados durante la noche, nuevos diagnósticos, cambios en los tratamientos. La UCI no admite improvisaciones, cualquier detalle omitido puede marcar la diferencia.
Primera parada, primer paciente. El profesional de enfermería realiza los ajustes necesarios dependiendo del caso del paciente, ventiladores mecánicos, bombas de infusión, análisis del monitor, etc. Para estos profesionales, los números no son solo datos, son “un idioma” que habla sobre la condición de cada paciente.
Asimismo, la rutina puede verse interrumpida cuando suena una alarma, estas cosas pasan. Otro paciente puede tener una complicación que irrumpa todo el trabajo de los demás.
La parte humana
Más allá de la técnica, la UCI exige una dimensión emocional compleja. El profesional de enfermería tiene que saber explicar y comunicar evoluciones inciertas, complicaciones y también las mejorías. Esto requiere cierta precisión, pero también humanidad.
De vez en cuando, se consigue tener un descanso breve. En la sala del personal, el pitido lejano de un monitor recuerda que ningún momento es del todo tranquilo. Por eso, el apoyo entre compañeros se vuelve esencial. Un café compartido, un comentario ligero, una broma a tiempo son gestos que amortiguan el peso emocional acumulado de estos profesionales y otros compañeros.
El día continúa cargado de tareas: valorar una extubación, preparar algún traslado, administrar medicación de precisión, etc. En cada acción, la enfermería ejerce un liderazgo silencioso, manteniendo la calma incluso cuando el entorno exige rapidez.
A veces, llegan instantes que hacen que los días merezcan la pena, como que un paciente despierte y reconozca al sanitario. Aunque también el día a día trae momentos difíciles, como tener que acompañar a una familia la cual ha perdido a una persona por no superar alguna complicación. Aquí se habla despacio, dejando un silencio para abrir el espacio para el duelo, a esto nunca te terminas de acostumbrar. Pero no es algo malo, es humano.
La calma después de la intensidad
Al llegar el final del turno, el enfermero de UCI entrega el relevo al siguiente compañero, el cansancio se nota. Sin embargo, este profesional siente con serenidad haber cumplido un día más en un entorno duro donde cada jornada está llena de incertidumbres, avances y despedidas.
El profesional de enfermería siempre piensa en sus pacientes y en las emociones que comparten con ellos y con sus compañeros. La UCI es un lugar donde la vida y la fragilidad conviven sin filtros, y donde cada profesional sostiene, con las manos firmes y el corazón atento, a quienes atraviesan sus momentos más vulnerables.
Un día en la vida de un enfermero de UCI no es solo técnica ni humanidad, se trata de un equilibrio constante, silencioso y profundo que mantiene en pie a quienes luchan entre la esperanza y la recuperación.

