El aceite de ricino es un aceite de origen vegetal que se elabora extrayendo el aceite de las semillas de la planta conocida como ricinus communis, originaria de zonas tropicales de Asia y África

Las semillas de ricino contienen una enzima tóxica, pero al procesarla para elaborar el aceite se convierte en un producto totalmente seguro. No obstante, cabe mencionar que depende de la persona puede ocasionar reacciones alérgicas, vómitos o diarreas, aunque no es lo habitual siempre que se consuma y se emplee con moderación y siguiendo las recomendaciones de expertos.

El aceite que se obtiene tras procesar las semillas de ricino es un triglicérido compuesto de ácidos grasos esenciales al que se le atribuyen diversas propiedades beneficiosas para la salud humana por su alto contenido de vitamina E, minerales y proteínas.

El aceite de ricino destaca por sus propiedades hidratantes, revitalizantes, antioxidantes, digestivas, antimicrobianas y antiinflamatorias.

Por todos los beneficios para el cuidado natural y la salud que reporta, se ha convertido en un producto de moda que se emplea en diversidad de tratamientos para el cuerpo y para hacer masajes, en tratamientos para el cabello, la piel, en cosméticos, en medicamentos y en jabones.

Es un buen nutriente e hidratante para la piel y, gracias a sus propiedades antimicrobianas, también ayuda a prevenir el acné y otras infecciones cutáneas. Además, ayuda a reducir estrías, manchas y cicatrices.

El aceite de ricino también se emplea en tratamientos para el cuidado de las uñas ya que aporta nutrientes y hace que crezcan más sanas, duras y resistentes.

Lo mismo ocurre con el pelo, hace que crezca más sano y estimula su crecimiento. Corrige puntas abiertas y realza el color natural del cabello previniendo la aparición de canas.

Por último, si se consume adecuadamente y en cantidades moderadas, el aceite de ricino funciona como laxante natural.