Alcohólicos Anónimos
Con casi cien años de historia y un alcance internacional, Alcohólicos Anónimos es un colectivo de incalculable valor
Alcohólicos Anónimos es una comunidad de ayuda mutua donde personas con un problema común comparten experiencia, fortaleza y esperanza para dejar de beber y sostener la sobriedad en el tiempo. No hay cuotas ni tratamientos clínicos; se trata de un espacio voluntario y anónimo, estructurado alrededor de reuniones presenciales o telemáticas y del programa de los Doce Pasos, con la meta explícita de mantenerse sobrio y ayudar a otros a conseguirlo. La definición, sencilla y exigente a la vez, explica su persistencia y su atractivo: un método práctico para cambiar de vida, sostenido por iguales y libre de adscripciones religiosas o políticas.
El origen se remonta a 1935 en Estados Unidos, cuando Bill W. y el Dr. Bob pusieron en pie un enfoque nuevo para abordar la adicción al alcohol, lejos de la moralina y del aislamiento. A partir de ahí, el movimiento se expandió por el mundo y, en España, dio un salto institucional en 1979 con la legalización de Servicios Generales de A.A. de España; al año siguiente se celebró la primera Conferencia del Servicio General, lo que consolidó una organización estable y una voz común para los grupos españoles. Desde entonces, la historia local avanza al compás de la global, con reuniones, literatura y servicio adaptados al idioma y al contexto.
Todo el mundo cabe en Alcohólicos Anónimos
El funcionamiento cotidiano es deliberadamente simple. Cualquier persona con deseo de dejar la bebida puede asistir a un grupo; las reuniones, gratuitas y abiertas o cerradas según el formato, se basan en la identificación entre pares y en el relato honesto de avances y tropiezos. El programa de recuperación, recogido en literatura propia, propone una ruta ordenada para reconstruir hábitos y relaciones, y coloca el anonimato como salvaguarda ética y práctica. A.A. no sustituye terapias ni prescribe medicación, ni promete curaciones instantáneas; ofrece, en cambio, continuidad, acompañamiento entre iguales y un lenguaje común para entender la enfermedad.
El alcance de A.A. en España es amplio y preciso. La web oficial pone a disposición un buscador de reuniones y recuerda que existen grupos repartidos por todo el territorio, incluidos centros de tratamiento e instituciones penitenciarias, lo que facilita el acceso en situaciones de especial vulnerabilidad. Esa red mantiene la puerta abierta tanto a quien acude por primera vez como a quien necesita retomar el proceso tras una recaída, y combina encuentros presenciales con formatos online para llegar donde antes no se llegaba.
Estructura horizontal
La organización interna renuncia a un gobierno jerárquico tradicional, pero no a un orden de servicio. La base es el grupo, que nombra a un representante (R.S.G.) para participar en su Área; varias áreas conforman regiones y, sobre ese mapa, se asienta la Conferencia del Servicio General, foro anual donde se escucha la «conciencia de grupo» y se orientan los servicios comunes. La Junta del Servicio General, formada por custodios, vela por la continuidad y el cumplimiento de las decisiones conferenciales. La Oficina de Servicios Generales apoya el trabajo diario, produce y distribuye literatura y atiende consultas; en España, el contacto institucional se centraliza en Avilés. El conjunto permite coordinar miles de voluntarios sin perder la autonomía de cada grupo.
Los objetivos se enuncian sin rodeos: mantenerse sobrio y llevar el mensaje a quien aún sufre. De ahí derivan compromisos prácticos, como cooperar con medios y profesionales para que la información sea rigurosa, y límites claros, como no hacer campañas de captación, no alinearse con causas ajenas al propósito de A.A. ni entrar en debates públicos que puedan distraer del trabajo central. La insistencia en el anonimato protege a las personas y a la comunidad frente a personalismos y estigmas, y ayuda a que la puerta siga abierta para cualquiera.
Derribar mitos e integrar a los asistentes
Aunque rehúye el proselitismo, A.A. sostiene actos públicos de información y encuentros de servicio que ayudan a derribar mitos y a cuidar su propio funcionamiento. La agenda incluye jornadas de reflexión, convivencias y foros, además de una Convención Nacional anual que reúne a miembros y profesionales invitados para compartir trabajo y actualizar líneas de servicio. A escala local, los comités de Información Pública dan charlas en centros educativos, sanitarios o judiciales y mantienen relación con periodistas. En los últimos meses, por ejemplo, se celebraron charlas abiertas en Bilbao con motivo del 90 aniversario mundial del movimiento, y se conmemoraron 50 años de presencia en la Comunidad Valenciana con testimonios públicos sobre recuperación y sobriedad sostenida.
Esa combinación de sobriedad organizativa y actividad sostenida explica la vigencia de A.A. en España. Un método probado y austero, una estructura de servicio que prioriza la voz de los grupos y una presencia pública que informa sin vender, permiten que una persona con problemas con el alcohol encuentre, a pocos kilómetros o en su propio barrio, un sitio donde ser escuchada y empezar de nuevo. Noventa años después de sus inicios, el movimiento mantiene lo esencial (la abstinencia «solo por hoy», el apoyo entre iguales, el anonimato) y lo despliega en un país diverso, consciente de que cada historia individual hace comunidad cuando encuentra su eco al otro lado de la mesa.

