Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES)
El CCAES actúa en caso de amenazas sanitarias como fueron la pandemia de COVID-19 o la viruela del mono
El Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) nació en 2004 como respuesta a la necesidad de un dispositivo permanente capaz de integrar información dispersa, valorar riesgos con rapidez y apoyar decisiones inmediatas ante amenazas para la salud pública. Su creación se formalizó mediante la Orden SCO/564/2004, que instituyó el Sistema de Coordinación de Alertas y Emergencias de Sanidad y Consumo y, dentro de él, un centro operativo abierto 24 horas al día, siete días a la semana. Aquella norma definió desde el inicio su misión: monitorizar riesgos, producir análisis de situación y coordinar planes y contingencias de respuesta del Ministerio en escenarios biológicos, químicos, alimentarios, radiológicos o nucleares.
Con el paso del tiempo, el CCAES se ha consolidado como la pieza estatal que articula la preparación y la respuesta frente a emergencias sanitarias con impacto supracomunitario, nacional o internacional. El vigente Real Decreto 718/2024, que reorganiza el Ministerio de Sanidad, refuerza explícitamente sus funciones y lo ubica bajo la Dirección General de Salud Pública y Equidad en Salud, encargándole la coordinación de planes de preparación y la dirección de la respuesta en alertas y emergencias de salud pública, así como el apoyo al Estado para asistir a las comunidades autónomas cuando lo requieran. No es un detalle menor: la norma integra al CCAES en el corazón de la arquitectura de salud pública estatal y lo convierte en bisagra entre niveles administrativos y foros internacionales.
Funciones del CCAES
Sus funciones, descritas en la web ministerial, combinan vigilancia estratégica y gestión operativa. El CCAES integra información de redes sectoriales y de fuentes complementarias, la registra y evalúa con criterios de riesgo, y la traduce en recomendaciones accionables para los responsables de la respuesta. Además, ejerce de Centro Nacional de Enlace con la Organización Mundial de la Salud en el marco del Reglamento Sanitario Internacional (RSI, 2005), y actúa como punto focal del sistema europeo de Alerta Precoz y Respuesta (EWRS). Esta función obliga a mantener un punto de contacto permanente y operativo de forma ininterrumpida, lo que explica su carácter de sala de situación continua.
El alcance del CCAES es, por tanto, nacional e internacional. Hacia fuera, canaliza notificaciones y consultas con la OMS y con la Comisión Europea, y contribuye a la evaluación de riesgos transfronterizos; hacia dentro, coordina el Sistema Nacional de Alerta Precoz y Respuesta Rápida (SIAPR), tejido desde 2013 como una red de centros de enlace autonómicos para acelerar la comunicación y la coherencia de la respuesta en todo el territorio. En la vertiente de vigilancia, coopera con el Instituto de Salud Carlos III en la coordinación de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE), conforme al marco regulatorio vigente, lo que asegura el flujo de datos para la detección temprana de señales y la estandarización de criterios de notificación.
Reducir el peligro al que se expone la población
En cuanto a objetivos, el Centro trabaja para acortar el tiempo entre la detección de un riesgo y la decisión de control, y para reducir el impacto poblacional de las amenazas a través de planes y protocolos que anticipen escenarios y asignen responsabilidades. Lo hace desplegando un circuito continuo: vigilancia de señales, evaluación de riesgos, asesoramiento técnico, activación de planes y seguimiento de medidas. Su mandato incluye, además, el seguimiento de las capacidades básicas exigidas por el RSI (2005), con el fin de que España cumpla estándares de detección, evaluación y comunicación en salud pública internacional. La coherencia entre este objetivo y su papel de Centro Nacional de Enlace explica la importancia de mantener procedimientos y guardias operativas en todo momento.
Los ejemplos de actuaciones ilustran bien su papel. Durante la pandemia de COVID-19, la información oficial para profesionales y ciudadanía, publicada y actualizada en el portal ministerial, se canalizó a través del ámbito de alertas y emergencias; y las comparecencias periódicas de los responsables se convirtieron en una herramienta de comunicación de riesgo esencial, ajustada al principio de transparencia y al ritmo cambiante de la evidencia. Aquel esfuerzo de comunicación pública y de coordinación técnica con comunidades autónomas y con la Unión Europea ejemplificó la finalidad del Centro.
Asimismo, en 2022, ante la emergencia internacional por viruela del mono, el CCAES lideró la elaboración y difusión de protocolos de detección precoz, evaluaciones rápidas de riesgo y sucesivos informes de situación, articulando la respuesta nacional y el alineamiento con las recomendaciones de la OMS y de las autoridades europeas. La serie documental de esa alerta da cuenta del trabajo de preparación y de ajuste fino de las medidas a medida que se disponía de nueva evidencia.
Veinte años después, el organismo sigue velando por la seguridad de los españoles
Conviene, por último, volver a su historia para entender su posición actual. El CCAES nació como centro adscrito al gabinete ministerial, con vocación de coordinar y apoyar, y con una orientación eminentemente operativa: vigilancia continua, análisis, planes y soporte a la toma de decisiones. Dos décadas después, la reorganización de 2024 consolida su papel dentro de la Dirección General de Salud Pública y Equidad en Salud e insiste en su función anticipatoria: coordinar planes de preparación y liderar la respuesta ante alertas y emergencias, en tanto se define el encaje futuro de una Agencia Estatal de Salud Pública. Esa continuidad explica tanto su visibilidad en momentos críticos como su trabajo silencioso cuando las señales son débiles pero relevantes.
En síntesis, el CCAES es el mecanismo que hace operativa la vigilancia y la respuesta estatal frente a amenazas sanitarias: une ciencia y gestión, conecta España con las redes internacionales y armoniza, en tiempo real, información, criterios y acciones. Su eficacia no reside sólo en disponer de protocolos, sino en mantenerlos vivos, revisarlos a la luz de la evidencia y activarlos con rigor cuando el riesgo lo exige; exactamente el tipo de músculo institucional que un país necesita para navegar con solvencia un entorno sanitario dinámico y globalizado.

