Centros sanitarios en zonas de guerra, la atención médica en tiempos difíciles
En medio del caos que provocan las guerras, cuando las bombas caen y las vidas se desmoronan, hay un lugar que siempre procura resistir: los centros sanitarios
Una guerra, ciudades devastadas, pueblos aislados y campamentos improvisados, en esos lugares, los centros sanitarios representan algo más que unas simples paredes con suministros médicos, son lugares de esperanza y resistencia humana. El derecho internacional humanitario protege a los centros sanitarios, al personal médico y a los pacientes durante las guerras, aunque no siempre se cumpla con ello. En convenciones como la de Ginebra, se estableció claramente que los hospitales y ambulancias no deben ser atacados y que los profesionales sanitarios deben poder ejercer su labor sin amenazas. Pero la realidad en el terreno de guerra suele ser muy distinta.
En los últimos años, organizaciones internacionales como la OMS, Médicos Sin Fronteras y la Cruz Roja han documentado numerosos ataques a centros sanitarios en países en guerra como Siria, Afganistán y Ucrania. Estos ataques no solo causan muertes inmediatas, sino que, además, colapsan sistemas de salud, dejando comunidades sin ningún tipo de acceso a atención médica básica.
El reto diario de atender a pacientes en medio de una guerra
Los trabajadores sanitarios que realizan su labor en una zona de conflicto necesitan más que conocimientos médicos. Estas personas se levantan cada día sabiendo que el hospital o centro sanitario puede ser bombardeado, que los caminos pueden estar minados y que los pacientes pueden llegar en condiciones límites tras cruzar ciertas zonas. Todos estos profesionales sanitarios (médicos, enfermeros, técnicos y voluntarios) asumen día a día riesgos extremos para mantener en pie un servicio fundamental.
En numerosas ocasiones, los profesionales sanitarios son también miembros de las comunidades en guerra. Durante el día atienden a heridos y por la noche buscan a sus familiares entre los escombros. Normalmente carecen de electricidad, agua potable o medicamentos suficientes, pero aun así, continúan trabajando con una humanidad inquebrantable.
La atención sanitaria como herramienta de paz
Más allá de la atención sanitaria, estos centros en mitad de los conflictos se convierten en espacios neutrales, donde pueden encontrarse personas de diferentes países y comunidades, religiones e incluso de diferentes bandos. El sufrimiento, las enfermedades y las heridas no distinguen de ideologías en estos casos.
Además, la presencia de estos centros sanitarios puede prevenir desplazamientos masivos, evitar brotes epidémicos y reducir la mortalidad infantil, que en estas situaciones es muy elevada desgraciadamente. Por ello, invertir en salud en situaciones de guerra no solo es una acción humanitaria, también es una forma de estabilizar regiones en crisis.
El papel de las ONG y organismos internacionales es crucial en estos casos. Por ejemplo, Médicos Sin Fronteras ha operado hospitales de campaña en medio de bombardeos, ha instalado clínicas móviles en campos de refugiados y ha brindado apoyo psicológico a víctimas de violencia.
Por su parte, la OMS coordina respuestas de emergencia, distribuye kits de salud y reconstruye infraestructuras sanitarias después de los ataques.
También es importante destacar el papel de los actores locales: médicos y enfermeros que no emigran, que deciden quedarse en su país, en su comunidad, y sostener el sistema de salud con pocos recursos. Ellos son, muchas veces, los verdaderos héroes anónimos de estas historias.
¿Qué se puede hacer desde fuera?
Aunque veamos los conflictos lejanos a nosotros, no es del todo así. Hoy en día, el mundo está más conectado que nunca y la presión internacional puede marcar la diferencia. Exigir que se respeten los derechos humanitarios, apoyar a organizaciones que brindan asistencia sanitaria, difundir información verificada y participar en campañas de recaudación son formas de contribuir como sociedad.
También, algo fundamental y con lo que se vive día a día es combatiendo la indiferencia y los bulos. Detrás de las cifras de víctimas hay personas con su historia, familia, aspiraciones y miedos.
Por lo tanto, en estos tiempos difíciles, hay que agradecer la labor humanitaria que hay en cada centro sanitario dentro de una guerra. Allí no solo se curan heridas físicas causadas por bombas, escombros o balas, también se cuida psicológicamente y se reconstruye un poco la esperanza.