Fundación Ilumináfrica
Fundación Ilumináfrica tiene un objetivo claro: combatir los problemas oftalmológicos en las zonas más deprimidas de Chad y Senegal
Desde Zaragoza y con vocación internacional, la Fundación Ilumináfrica nació en 2007 para combatir la ceguera allí donde los servicios de salud no alcanzan. La idea cristalizó ese mismo año, cuando partió la primera expedición al Chad, y, desde entonces, la organización ha tejido una trayectoria continuada de cooperación oftalmológica en el Sahel y en la costa atlántica de África occidental. En su propia memoria histórica señalan la fecha del 13 de noviembre de 2007 como punto de arranque operativo; el impulso inicial se consolidó con la participación de profesionales sanitarios aragoneses y el apoyo de la comunidad local en hospitales de referencia como Saint Joseph (Bébédjia) y Saint Michel (Dono-Manga). Con el paso de los años, la fundación ha ampliado su línea de trabajo en Senegal, en la zona de Saint Louis.
La razón de ser de la Fundación es sencilla y contundente: la mayor parte de los problemas visuales que condenan a millones de personas a la discapacidad se pueden evitar o tratar con medios relativamente modestos. La Organización Mundial de la Salud recuerda que los errores de refracción no corregidos y las cataratas son las principales causas globales de discapacidad visual; más de mil millones de personas viven con un déficit visual que podría evitarse con gafas o cirugía asequible. En torno a un tercio de quienes necesitan corrección de la visión lejana por error refractivo no acceden a las gafas adecuadas, y una fracción similar de quienes requieren cirugía de cataratas tampoco la reciben. Ese es el vacío que intenta cubrir Ilumináfrica sobre el terreno.
Unos resultados que hablan por sí mismos
De ahí derivan sus funciones: organizar expediciones clínicas y quirúrgicas periódicas; implantar y sostener consultas de optometría básicas; dotar de material a los hospitales locales; y, sobre todo, formar a personal sanitario del país para que la atención no dependa de misiones esporádicas. La fundación resume su método en dos programas complementarios. Por un lado, la asistencia directa (consultas, cirugías y compensación visual) a cargo de equipos integrados por oftalmólogos, ópticos-optometristas, anestesistas y personal de enfermería. Por otro, Educando contra la ceguera, una propuesta que busca mantener ópticos expatriados, poner en marcha talleres de anteojería y realizar cribados escolares, con miras a que queden técnicos locales capacitados en exploración básica y apoyo a quirófano.
Ese enfoque ha generado resultados acumulados de calado. A fecha de 2025, Fundación Ilumináfrica ha realizado 81 expediciones al Chad y Senegal, en las que se han efectuado 8.149 intervenciones quirúrgicas, se han atendido a más de 37.150 personas en las diferentes consultas de Oftalmología y optometría y se han entregado 10.601 gafas graduadas y 10.054 gafas de sol. A lo largo de las 81 expediciones han participado más de 200 cooperantes médicos y más de 130 cooperantes no médicos (enfermeros, ópticos…). Estas cifras ilustran el alcance sostenido de la intervención y, a la vez, el carácter estructural del problema en países donde los servicios especializados son escasos o están concentrados en grandes ciudades.
Objetivos y dirección
El organigrama combina un patronato de perfil sanitario con una red amplia de voluntariado. La entidad se rige por un patronato integrado mayoritariamente por oftalmólogos y cuenta con 49 socios fundacionales; lo preside Enrique Mínguez Muro, con Enrique González Paules como vicepresidente, José Antonio Pérez Guillén como secretario y Luis Sanz Alcalde como tesorero, además de un elenco de vocales que aportan experiencia clínica y de gestión. En paralelo, más allá del personal sanitario, la fundación moviliza voluntarios en logística, comunicación y captación de recursos, indispensables para que las expediciones funcionen y el material llegue donde debe.
Los objetivos a medio plazo se alinean con la literatura internacional en salud ocular: reducir la ceguera evitable y la discapacidad visual mediante intervenciones coste-efectivas, aumentar la cobertura efectiva de refracción y cirugía de cataratas, y fortalecer la capacidad local para que los hospitales africanos consoliden servicios estables. En el caso del Chad, la urgencia se entiende mejor si se mira el contexto: el país ocupa el puesto 190 de 193 en el Índice de Desarrollo Humano, con enormes carencias en educación y salud; cualquier mejora en la visión impacta de inmediato en la autonomía personal, la escolarización infantil y la productividad familiar.
Casi dos décadas de trabajo arduo
En su ecosistema de financiación y sensibilización, Ilumináfrica ha construido una agenda anual de campañas y actos que combinan divulgación, recaudación y participación ciudadana. La Cena para ver, que en 2025 celebró su novena edición en Zaragoza, reúne a centenares de colaboradores y empresas para financiar expediciones y material quirúrgico. El torneo Pádel solidario abre el calendario deportivo y amplía la base de simpatizantes; el Vermut solidario en el Mercado Central vincula comercio local y cooperación. La recogida de gafas (Deposita aquí tus gafas) canaliza donaciones a través de ópticas colaboradoras, con una segunda vida para monturas y lentes. Y, en el terreno cultural, el Concurso de Microrrelatos Solidarios y exposiciones fotográficas acercan al público historias y rostros de las expediciones con un lenguaje accesible. Todo ello suma recursos, pero también crea comunidad en torno a una causa concreta y medible.
Con casi dos décadas de trabajo, Ilumináfrica representa una manera de hacer cooperación sanitaria que evita el asistencialismo puntual y apuesta por la transferencia de capacidades. Su crecimiento geográfico y la normalización de metas operativas, de las campañas quirúrgicas a las ópticas sociales, sugieren una curva de madurez clara. Mientras la OMS recuerda que la ceguera y la discapacidad visual seguirán aumentando si no se amplía la cobertura efectiva de intervenciones básicas, experiencias como esta demuestran que, con organización, formación y un puente estable entre profesionales y comunidad, la luz vuelve a entrar en la vida de miles de personas.