El IMC no es una medida fiable para medir tu estado físico: puedes hacer esto en su lugar
Solo tener en cuenta el IMC para calcular tu forma física ha quedado obsoleto; aquí presentamos otras alternativas
Imagina esta situación: te notas con sobrepeso, así que decides ponerte a dieta. Después de varios meses adquiriendo nuevos hábitos alimenticios, empiezas a notar una mejoría física. Sin embargo, al calcular tu Índice de Masa Corporal (IMC) el resultado te revela que sigues teniendo sobrepeso. Confusión. Frustración. No entiendes por qué, después de tanto esfuerzo, unos números te avisan que aún te queda un largo recorrido. Pero sin embargo, tú te ves bien en el espejo. ¿Se ha vuelto loco el mundo? ¿Te has vuelto loco tú? Y, en caso negativo, ¿merece la pena ese trabajo extra cuando creías que ya habías llegado a tu meta?
Esta situación, aunque sobredramatizada, revela una realidad de mucha gente que se pone a régimen. No te preocupes, el IMC no es ni el mejor método ni el más preciso para calcular tu estado físico. Si se ha usado hasta ahora es porque era un método pragmático y muy directo: tenía en cuenta tan solo el peso bruto y la altura del individuo. Sin embargo, con el tiempo se ha ido demostrando que el IMC ha quedado obsoleto; existen formas que, aunque no se presenten en escala numérica, ayudarán a determinar mejor tu estado actual y tus objetivos.
Y es que el uso del peso bruto es engañoso: está más que demostrado que el músculo tiene menos volumen que la grasa aún pesando lo mismo. Es por ello que, una persona con una alta masa muscular puede considerarse con sobrepeso según el IMC, a pesar de que a ojos de todos se perciba como una persona que está en forma. En su lugar, deberías prestar atención a otros factores que sí son más fidedignos al estado físico de cada persona.
Ten en cuenta factores como el porcentaje de grasa o su localización
Como se ha explicado previamente, tener solo en cuenta el peso bruto puede hacer que una persona con mucha masa muscular se presente como alguien con sobrepeso según los resultados al calcular el IMC. Es por ello que es preferible calcular el porcentaje de grasa del individuo. Sin embargo, sin las herramientas necesarias esta tarea puede resultar complicada. En su lugar, y sin ser tan preciso, se puede hacer una aproximación midiendo el abdomen y teniendo esto en cuenta en conjunto a la altura y la edad de la persona.
Asimismo, también debe tenerse en cuenta que la grasa corporal no se distribuye uniformemente. Hay cuerpos que tienden a acumular más grasa en el torso, así como otros que la acumulan en el tren inferior. Y ni siquiera todas ellas entrañan el mismo riesgo: la grasa visceral (localizada alrededor de órganos como el hígado o el páncreas) es más peligrosa que aquella localizada en, por ejemplo, los muslos.
Diferentes grupos demográficos, diferentes tipos de cuerpos
Otro factor a tener en cuenta es el de que, precisamente, no todas las personas tienen ni la misma edad ni proceden de la misma etnia. El cuerpo puede tener formas diferentes de presentarse según ambos. Originalmente, el IMC se creó teniendo en cuenta los cuerpo de las poblaciones anglosajonas de Europa. Sin embargo, un estudio de Harvard confirmó hace unos años que la obesidad tiene valores diferentes para poblaciones asiáticas, negras y latinas que los que tiene para la población blanca.
Además, esto va más allá del aspecto físico: en una persona asiática el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares comienza con un IMC más bajo del natural en la gente caucásica. Por el contrario, las personas negras tardan más en mostrar síntomas de riesgo en relación a su IMC. En definitiva, lo que para una persona es saludable puede no serlo para otra. Es por ello que, en lugar de conceder una atención exclusiva a la apariencia física, es más fiable vigilar factores no visibles como el colesterol, la presión arterial y los niveles de azúcar y de triglicéridos.