La amnesia anterógrada y retrógrada explicada en Memento
A veinticinco años de su estreno, la aclamada película de Nolan se mantiene como una de las representaciones más frescas de la amnesia en la gran pantalla
A estas alturas no necesita presentaciones, pero Christopher Nolan (Londres, 1970) es uno de los directores de mayor éxito comercial de las últimas décadas. Con absolutas máquinas de recaudar dinero como fueron Origen (2010), Interstellar (2014), la trilogía de Batman con Christian Bale (2005, 2008 y 2012) o El truco final (2006), la filmografía de Nolan está plagada de blockbusters que, no obstante, han recibido opiniones mixtas por parte de la crítica profesional. De hecho, un reproche que suelen enfrentar habitualmente sus cintas es que, por norma general, tienden a ser fantasiosas en exceso, superficiales o, directamente, carentes de sustancia.
Destaco ese «por norma general», pues hay dos excepciones a esta norma. La más reciente, Oppenheimer (2023), le hizo llevarse a casa hasta siete Oscars, el de mejor película entre ellos. Para la primera, sin embargo, hemos de remontarnos a prácticamente el inicio de su carrera. Memento (2000) fue el segundo largometraje que dirigió y el que le catapultó a la fama internacional. En él, seguimos a un hombre (interpretado por Guy Pearce) que intenta descubrir la verdad tras el asesinato de su mujer mientras lidia con un caso severo de pérdida de memoria a corto plazo. La crítica elogió particularmente su montaje, que sirve como el aderezo idóneo para su ritmo de thriller y su narrativa fragmentada con la que el espectador tiene tan poca idea de lo que está ocurriendo como el protagonista de la película.
Memento es alabada por su temática y su particular estructura
Y es que, hablando de inmersión, fue también objeto de elogios su representación de la amnesia, a la que muchos profesionales llegaron a calificar como una de las más fieles que se habían mostrado en la gran pantalla. El protagonista de la película, Leonard Shelby, sufre de amnesia anterógrada, una condición que afecta severamente a su memoria a corto plazo y le impide crear recuerdos nuevos. Como él, las personas con este tipo de trastorno pueden recordar sucesos previos al accidente o evento que les provocó la amnesia. Esta se diferencia de la amnesia retrógrada, que hace que quien la sufre no pueda acceder a los recuerdos anteriores a dicho evento.
En el caso de Shelby, la pérdida de memoria comenzó tras el incidente que se saldó con la muerte de su mujer. Desde entonces, el protagonista de la cinta está comprometido a escarbar la verdad tras el incidente y a lograr la justicia por su mano. Y es aquí donde radica la genialidad de la película de Nolan. En ella, los hechos son presentados en orden no lineal, alternando secuencias en color con otras en blanco y negro. En ambas se muestran los sucesos previos al comienzo del filme: las escenas en color muestran los acontecimientos inmediatamente anteriores a la última escena a color y así sucesivamente; las escenas en blanco y negro explican los sucesos más antiguos en sentido cronológico y su continuidad es lineal.
La amnesia como experiencia inmersiva
Este tipo de estructura ostentosa, si bien se convirtió en la enseña del cineasta británico, tiene más sentido que nunca en una película que lidia con un tema tan delicado como es Memento. La obra magna de Nolan abre con la escabrosa escena de un asesinato y nosotros, al igual que el protagonista, nos encontramos desorientados. Debido a su orden regresivo, cada escena a color añade contexto a la anterior y, aunque al principio desconozcamos el origen del conflicto, podemos experimentar la película casi como si fuésemos su protagonista, sin saber que es lo que ha ocurrido momentos antes.
Para combatir su condición y resolver el misterio tras su problema y la muerte de su mujer, Shelby emplea un complejo sistema de fotos de Polaroid y notas escritas en su piel. El problema de este método es que las notas de Shelby jamás dejan de ser eso mismo, notas: escuetas y esquemáticas. Como tiende a olvidar sus recuerdos a corto plazo, la mayoría de las veces la información de estas notas está increíblemente sesgada, pues se cimenta en suposiciones que el propio Shelby hace sobre su situación presente. A su vez, precisamente por actuar en base a estas suposiciones, el personaje interpretado por Guy Pearce acaba entrando en una espiral de malas decisiones que culmina al igual que empieza la película: con el asesinato de un hombre probablemente inocente.
De esta forma, Nolan nos presenta la amnesia como una experiencia inmersiva. Nos pone en la piel de su protagonista y, aunque al final nosotros sí lleguemos a comprender la situación que le atañe, no podemos sino empatizar con él y con su drama personal. Veinticinco años después continúa sorprendiendo el prodigio y cuidado con el que el realizador inglés ilustró una condición tan compleja. Puede que el resto de sus cintas oscilen entre la pomposidad pseudointelectual y el blockbuster con pretensiones, pero no cabe duda alguna de que a día de hoy Memento sigue siendo una de las películas más icónicas de lo que llevamos de siglo.