Médicos Sin Fronteras
Con más de 50 años a sus espaldas, Médicos Sin Fronteras es hoy la ONG de ayuda médica a zonas en conflicto de referencia
Médicos Sin Fronteras (MSF) nació en 1971 para cubrir un vacío evidente: llevar atención médica independiente a poblaciones atrapadas entre guerras, epidemias y desastres, y hacerlo con libertad para denunciar lo que se ve sobre el terreno. El impulso original surgió tras la guerra de Biafra, cuando médicos y periodistas franceses decidieron unir práctica clínica y testimonio público para no callar ante la hambruna, los ataques a hospitales y la instrumentalización política de la ayuda. Este evento marcó desde el inicio un modo de operar que huye del eufemismo y se ancla en las necesidades reales de los pacientes.
Con el tiempo, la organización afinó un marco ético estable que sigue rigiendo su trabajo: humanidad, independencia, imparcialidad, neutralidad y ética médica. No es una declaración retórica; son restricciones autoimpuestas que explican por qué evita depender de agendas gubernamentales y por qué atiende sin discriminar la ideología, la religión o el origen de los pacientes. Ese marco incorpora compromisos operativos como la proporcionalidad de la respuesta, la proximidad y la transparencia de sus cuentas, que se someten a auditorías internas y externas.
Sobre el terreno, MSF actúa allá donde la vida y la salud se desmoronan: guerra y posguerra, desplazamiento forzoso, epidemias, desnutrición, catástrofes naturales o exclusión del sistema sanitario. La organización combina cirugía de emergencia y traumatología con salud materno-infantil, vacunación, atención a enfermedades infecciosas y olvidadas, salud mental y agua y saneamiento, además de una logística capaz de desplegar suministros en horas. Ese hacer clínico convive con la obligación de «prestar testimonio»: cuando los equipos ven violaciones graves, la organización alza la voz públicamente para proteger a los pacientes y reclamar cambios de conducta a actores armados y autoridades.
MSF, una ONG con presencia en todo el mundo
Su alcance es hoy global. Según la Memoria Internacional de 2023, MSF trabajó en más de 70 países y sumó 51.514 personas en plantilla, el 82% contratadas localmente en los propios programas. En el plano financiero, los ingresos operativos ascendieron a 2.365 millones de euros y, crucialmente para su independencia, el 98% procedió de donaciones privadas de más de 7,3 millones de personas y fundaciones. El gasto de programas superó los 1.480 millones, con partidas dominantes en personal, insumos médicos y transporte. Estas magnitudes no son meros números: revelan una estructura capaz de sostener una intervención médica masiva sin hipotecar su libertad de decisión.
Esa capacidad descansa en un organigrama singular, asociativo y descentralizado. El movimiento internacional se compone de asociaciones nacionales cuyos socios eligen juntas directivas y una presidencia; esa vida asociativa vela por identidad y principios, y orienta el rumbo estratégico. Las asociaciones se articulan con direcciones operacionales que deciden dónde, cuándo y cómo intervenir; y con una red de secciones, oficinas satélite y unidades de apoyo que reclutan, captan fondos, investigan y suministran logística y fármacos. Entre estas últimas figuran MSF Supply y MSF Logistique para compras y almacenes, Epicentre para epidemiología, y otras unidades técnicas especializadas. La Memoria 2023 resume esa arquitectura con claridad y detalla, además, la distribución geográfica del gasto (que va de la República Democrática del Congo y Yemen a Ucrania), reflejo de dónde se concentran las necesidades.
Preservar la vida y aliviar el sufrimiento
Los objetivos de MSF son nítidos y deliberadamente acotados: preservar la vida y aliviar el sufrimiento a través de una atención médica de calidad, guiada por la ética clínica, y hacerlo con independencia real de poderes políticos, económicos o religiosos. Ese objetivo implica estar junto a las personas cuando otras estructuras fallan, reforzar capacidades locales y retirarse cuando ya no se es necesario; implica, también, hablar con actores enfrentados para abrir corredores sanitarios y, si no hay escucha, denunciar obstrucciones o ataques a instalaciones de salud. En suma, una misión médica que asume responsabilidades públicas.
Los ejemplos concretos ilustran mejor que cualquier definición. En el Mediterráneo central, MSF ha mantenido operaciones de búsqueda y rescate desde 2015 para atender a personas en riesgo, tratar hipotermias, deshidratación y traumatismos, y exigir que no se criminalice la acción humanitaria en el mar; solo con el Geo Barents, entre 2021 y 2024 se rescató a 12.675 personas en 190 operaciones. En paralelo, la organización ha denunciado políticas que dificultan estos rescates.
Campañas para cubrir algunas de las crisis sanitarias más complejas de los últimos años
Ante la mayor epidemia de ébola registrada (2014-2016), desplegó centros de tratamiento, equipos de control de infecciones y campañas de sensibilización en África occidental, y alertó repetidamente de la lentitud de la respuesta internacional; aquella experiencia derivó en investigación operacional y protocolos que hoy se aplican en nuevos brotes. Más recientemente, tras los terremotos de Turquía y el noroeste de Siria en 2023, activó refuerzos de personal, donaciones de material médico, agua y saneamiento, y apoyo en salud mental, ajustando su presencia a un entorno de infraestructuras dañadas y necesidades masivas.
A todo ello se suman campañas de incidencia de largo recorrido, como la Access Campaign (1999), que presiona para abaratar y adaptar medicamentos, diagnósticos y vacunas a los contextos donde MSF trabaja, y que ha ayudado a abrir debates globales sobre transparencia de precios, propiedad intelectual y producción de genéricos. No es un apéndice del trabajo clínico: es su prolongación natural, porque tratar a un paciente exige, a menudo, cambiar las reglas que hacen inaccesible el tratamiento.
Medio siglo después de Biafra, MSF sigue siendo reconocible: una organización médico-humanitaria que combina pericia clínica y capacidad logística con un compromiso incómodo, el de describir sin adornos lo que ocurre donde trabaja. Su historia y su estructura explican que pueda entrar donde pocos entran; sus principios y su financiación privada, que pueda decir lo que otros callan; y sus campañas y respuestas de emergencia, que ese decir no sustituye al hacer, sino que lo protege.

