Ojos del Mundo
Solventar urgencias oftalmológicas en áreas desabastecidas: esa es la misión que define a Ojos del Mundo en su día a día
Ojos del Mundo nació como respuesta a una constatación muy simple y, a la vez, demoledora: en demasiados lugares ver sigue siendo un privilegio. La fundación quedó constituida en julio de 2001 a iniciativa de Rafael Ribó (hoy presidente de la fundación) y del oftalmólogo Borja Corcóstegui, tras un viaje a los campamentos saharauis de Tinduf en el que un pequeño equipo practicó decenas de consultas y cirugías y comprobó que la ceguera evitable condenaba a miles de personas a la dependencia. Aquella experiencia no quedó en una misión aislada; cristalizó en una entidad estable orientada a fortalecer servicios públicos de salud ocular allí donde prácticamente no existían.
Reducir la ceguera como objetivo final
Con ese punto de partida, la organización ha definido un modelo de intervención que evita el asistencialismo y prioriza la sostenibilidad. Su propósito es reducir la ceguera evitable mejorando el acceso a servicios integrales de prevención, de consulta, de óptica y de cirugía dentro de redes de salud ocular insertadas en los sistemas públicos. Por ello trabaja de forma coordinada con autoridades sanitarias, con profesionales locales de todos los niveles y con las comunidades, para que la detección precoz y la derivación funcionen y para que el derecho a la visión se entienda como parte de la salud y el bienestar.
En la práctica, esa estrategia se despliega en varias funciones complementarias. La fundación forma a personal médico y de óptica; promueve campañas de salud ocular y revisiones en escuelas; dota y pone en marcha unidades de consulta, quirófanos y talleres de óptica; organiza comisiones médico-quirúrgicas cuando son necesarias para reducir listas de espera; apoya la planificación y la gestión del propio sistema público de oftalmología, y sensibiliza en su entorno próximo sobre la magnitud y las soluciones de la ceguera evitable. No es una suma de proyectos sueltos, sino una cadena de acciones que hace que los servicios locales funcionen y perduren
De África a América Latina
El alcance geográfico actual se concentra en cuatro escenarios muy distintos: Bolivia, Malí, Mozambique y los campamentos de población refugiada saharaui en Argelia. La cronología habla de perseverancia: primera misión en el Sáhara (2001), arranque en Mozambique (2002), expansión a Bolivia (2003) y apertura de programa en Malí (2008), además de su adhesión temprana a la Agencia Internacional para la Prevención de la Ceguera.
Bolivia es un buen ejemplo de la lógica de «construir y traspasar». Ojos del Mundo inició su trabajo en El Alto en 2003, dotó consultorios y quirófanos, formó equipos y, cuando la red de atención estuvo madura, transfirió su gestión a las autoridades locales en 2013. Desde entonces acompaña a los servicios públicos y replica el modelo en Tarija, Oruro y Chuquisaca, combinando prevención, óptica social y cirugía para hacer efectivo el derecho a la visión, con especial atención a mujeres y niñas.
Ojos del Mundo abastece a territorios donde reina la escasez
En Malí, el proyecto se centra en Mopti, una región de más de dos millones de habitantes con muy pocos especialistas en activo. Allí la fundación equipa consultas y unidades quirúrgicas, organiza comisiones itinerantes que llegan a zonas remotas, trabaja con asociaciones de mujeres para derribar barreras de acceso y refuerza subespecialidades en el Instituto de Oftalmología Tropical de África, de referencia en la región. Las campañas escolares y la corrección temprana de errores refractivos han sido claves para evitar fracaso escolar y exclusión.
En Mozambique, tras años de formación y despliegue de servicios, la provincia de Inhambane avanza hacia un servicio público capaz de atender decenas de miles de pacientes y realizar cirugía programada de cataratas. Para acercar la atención a quienes peor lo tienen, Ojos del Mundo ha puesto en marcha una óptica móvil gestionada por una asociación local de mujeres que recorre distritos rurales y facilita gafas y derivaciones; la descentralización, con ópticas públicas en Inhambane y Vilankulos, forma parte de la respuesta a las barreras económicas y territoriales
En los campamentos saharauis, donde la escasez de profesionales es estructural, la entidad empezó enviando comisiones médico-quirúrgicas y, en paralelo, apoyó la capacitación del personal y el equipamiento de consultas y talleres de óptica. En 2022 se abrió una casa de oftalmología en Béchar para atender patología crónica derivada al hospital especializado, lo que garantiza continuidad asistencial más allá de las misiones puntuales y permite atender a personas especialmente vulnerables mediante visitas domiciliarias.
Una misión especial
Gobernar y ejecutar un trabajo así exige una arquitectura organizativa nítida. La fundación se articula en torno a un Patronato (presidido por Rafael Ribó) que fija la estrategia, un Consejo Asesor y un Comité Médico que aportan criterio técnico, y un equipo operativo profesional que dirige la actividad diaria con dirección ejecutiva y responsables de programas, comunicación y captación, al que se suman coordinaciones en terreno. Además, dispone de delegaciones territoriales en Andalucía, Euskadi, Navarra, Comunidad Valenciana y Madrid, y nodos internacionales en Portugal, Francia y Argentina.
Los objetivos presentes quedan recogidos en su Plan Estratégico 2022-2024, prorrogado hasta 2026: reducir la incidencia de patologías oculares con prevención basada en agentes comunitarios; garantizar acceso integrado y equitativo a atención oftalmológica y óptica, con énfasis en catarata y defectos refractivos; formar a profesionales locales; reforzar la planificación y los sistemas de información; e impulsar investigación aplicada. El plan transversaliza enfoques de género y derechos humanos, mejora procesos internos y digitalización, y busca una financiación sostenible que priorice la estabilidad de los programas.
Más de 800 voluntarios
La estructura se sostiene, además, en una amplia red de voluntariado (alrededor de 800 profesionales) y en una política de transparencia que publica cuentas auditadas y el presupuesto anual. Para 2025, la entidad prevé destinar más del 80% de sus recursos a programas, una señal de foco misional compatible con la inversión en captación y gestión necesarias para perdurar. En paralelo, iniciativas de sensibilización y captación como el fondo de arte Visions conectan el derecho a la visión con el lenguaje del arte y contribuyen a financiar intervenciones en terreno.
Resumida en una frase, la aportación de Ojos del Mundo consiste en convertir la evidencia científica y el compromiso social en servicios públicos que funcionan. No se limita a operar cataratas: deja capacidades instaladas, equipos en marcha y comunidades informadas. Y con ello cambia una biografía detrás de otra, que es otra manera más concreta de cambiar el mundo.