Saniclown
Hacer más amena la estancia hospitalaria para pacientes y familiares es la razón de ser de una organización como Saniclown
Saniclown es una asociación nacional de payasos de hospital que desde hace dos décadas trabaja para humanizar la estancia de pacientes y familias en los centros sanitarios mediante la creación artística, el juego y la escucha. La entidad acredita buenas prácticas y transparencia con el Sello de Fundación Lealtad y cuenta con el reconocimiento de Utilidad Pública, condición otorgada mediante orden publicada en el Boletín Oficial del Estado; su labor ha alcanzado ya a más de 158.000 personas entre pacientes, familiares y profesionales sanitarios.
La historia de la organización arranca en 2004 en el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid, donde un pequeño equipo comenzó a visitar a niños ingresados en oncología pediátrica; un año después se constituyó formalmente como asociación. A partir de ahí, el proyecto creció en presencia y método, consolidando un oficio específico que exige formación artística y adaptación al entorno clínico. Saniclown ha mantenido intervenciones estables y también colaboraciones puntuales con otros centros; incluso participó en 2016 en un proyecto internacional de payasos de hospital en Burkina Faso, muestra de su voluntad de compartir aprendizaje más allá de su territorio natural.
La pandemia obligó a reconfigurar dinámicas y formatos, pero también abrió vías que hoy conviven con las intervenciones presenciales. Además de las visitas en planta, la asociación puso en marcha videollamadas y vídeos personalizados para pacientes en situación de aislamiento, trasladó contenido artístico al canal de televisión del Niño Jesús y ensayó visitas domiciliarias para infancia en cuidados paliativos y oncología, experiencias que han permanecido por su impacto emocional. Cuando las condiciones sanitarias lo permitieron, el equipo retomó su presencia en hospitales y mantuvo la actividad telemática bajo demanda.
Presentes en cuatro centros madrileños
En la actualidad actúa de manera regular, mediante convenio con la Consejería de Sanidad y el Servicio Madrileño de Salud, en cuatro hospitales de la Comunidad de Madrid: Niño Jesús, Gregorio Marañón, Infanta Leonor y Clínico San Carlos, además de en la hospitalización a domicilio.
El alcance real de su trabajo se entiende mejor al descender a la práctica: en el Gregorio Marañón desarrollan talleres de improvisación teatral con adolescentes de psiquiatría y en el dispositivo PRISMA; en el Infanta Leonor realizan visitas en hospitalización pediátrica, acompañan sedaciones para endoscopias y, una vez al mes, intervienen en la unidad de hemodiálisis de adultos; en el Clínico San Carlos facilitan talleres para adolescentes y adultos de psiquiatría; en el Niño Jesús combinan las visitas con un espectáculo periódico en el teatro del hospital y salidas domiciliarias junto al equipo sanitario. La continuidad, el trabajo en parejas y la coordinación con profesionales clínicos vertebran estas intervenciones
Ese modo de trabajar descansa en una estructura organizativa clara. La Junta Directiva, órgano de gobierno, fija la orientación y supervisa la gestión; el equipo contratado integra la Dirección Artística, la gestión de proyectos y captación de fondos, y un apoyo terapéutico a cargo de profesionales de la psicología que acompañan a los artistas en intervenciones especialmente sensibles. Los payasos, formados específicamente para el entorno sanitario, actúan por parejas y también imparten talleres; un grupo de voluntariado refuerza la sensibilización y los eventos. La organización cuenta, además, con socios de honor como Pepe Viyuela y Wilbur, que actúan como embajadores naturales de la causa.
Objetivos para fortalecer la salud mental
La razón de ser de Saniclown se resume en un conjunto de objetivos que conectan arte y salud. Busca mejorar la salud emocional del paciente, facilitar su predisposición a los tratamientos, fortalecer la relación entre personal sanitario y personas ingresadas y «amabilizar» un entorno que, por definición, suele vivirse con incertidumbre, miedo o tristeza. La propuesta del payaso (humor, juego, música, color, mirada poética) funciona como contrapeso al estrés hospitalario y como puente de comunicación, también con las familias, que transitan el ingreso con sus propias cargas emocionales
Su alcance no se limita a los hospitales. La asociación impulsa programas de sensibilización y educación emocional en centros educativos, como «Solidarios por narices», que combina sesiones en aula con un día solidario, y ofrece talleres específicos para empresas basados en improvisación y lenguaje clown orientados a mejorar el trabajo en equipo. Esta línea de acción amplía el impacto de la entidad y diversifica sus fuentes de financiación, en coherencia con sus compromisos de transparencia auditada.
Gala Saniclown, un evento de referencia
Al mismo tiempo, Saniclown cultiva campañas y actos que sostienen el proyecto y lo hacen visible. Desde 2018, la Gala Saniclown reúne en el Teatro Circo Price a artistas de circo, magia y humor que colaboran altruistamente; el público disfruta de un espectáculo de alto nivel y la recaudación permite financiar intervenciones en hospitales, a la vez que se explica el valor terapéutico de la risa en contextos de vulnerabilidad. Durante la pandemia lanzaron #SaniclownSeQuedaEnCasa, evolución doméstica de su tradicional Saniclown por el mundo, para mantener el vínculo con la comunidad y la recaudación de fondos cuando salir a escena no era posible. Ese ecosistema de galas, campañas y colaboraciones es coherente con una organización que ha profesionalizado un oficio, ha logrado reconocimiento institucional y, sobre todo, ha convertido la poética del payaso en un recurso sanitario al servicio del bienestar.
En síntesis, el recorrido de Saniclown combina origen humilde y oficio depurado, expansión con criterio, gestión transparente y una agenda de actividades que refuerza su misión principal: que cada ingreso hospitalario sea más humano, más dialogante y, cuando se puede, más luminoso. La declaración de utilidad pública y la acreditación independiente avalan la solvencia; la escena diaria en planta y en domicilio confirma el impacto.

