Supersticiones médicas que aún persisten en el siglo XXI
Pese a vivir en una era de avances científicos sin precedentes, muchas supersticiones médicas siguen presentes en la sociedad actual
Algunas de estas supersticiones persisten por tradición cultural, otras por miedo, desinformación o una mala interpretación de los conocimientos médicos. Lo cierto es que estas creencias, aunque puedan parecer inofensivas o incluso llamativas, en algunos casos pueden poner en riesgo la salud de las personas o retrasar la búsqueda de atención médica adecuada.
A continuación, exploraremos algunas de las supersticiones médicas más comunes que aún sobreviven en pleno siglo XXI, y veremos lo que dice la ciencia al respecto.
1. Salir al frío enferma
Probablemente una de las supersticiones más extendidas es la creencia de que exponerse al frío, ya sea por salir sin abrigo, caminar descalzo o dormir con el pelo mojado, causa resfriados o gripe. Aunque el frío puede afectar al sistema inmunológico si se está expuesto durante mucho tiempo en condiciones extremas, lo cierto es que las enfermedades respiratorias como el resfriado o la gripe son causadas por virus, no por la temperatura ambiental.
Entonces, ¿por qué esta idea se sigue creyendo? En parte, porque las enfermedades respiratorias tienden a aumentar en los meses fríos. Pero esto se debe a que pasamos más tiempo en interiores, en espacios cerrados y mal ventilados, lo que facilita el contagio entre personas. Así que no, salir sin bufanda no te enferma.
2. Si tienes fiebre, no comas
Otra creencia común es que durante un episodio de fiebre es mejor «dejar que el cuerpo se limpie» sin ingerir alimentos. Esta idea tiene raíces muy antiguas, pero la ciencia actual no la respalda. De hecho, cuando el cuerpo tiene fiebre, necesita más energía y nutrientes para combatir la infección.
Lo que sí puede ocurrir es que la fiebre reduzca el apetito, y en esos casos no hay que forzar la alimentación, pero sí es importante mantener una buena hidratación y consumir alimentos ligeros y nutritivos.
3. Cortar el pelo durante el embarazo es peligroso
Muchas culturas alrededor del mundo han mantenido la idea de que una mujer embarazada no debe cortarse el pelo, ya que esto podría afectar al bebé o debilitar la salud de la madre. Sin embargo, no existe ninguna base científica para esta afirmación.
Esta superstición probablemente proviene de tiempos en los que se vinculaban los cambios corporales durante el embarazo con rituales o tabúes.
4. Los lunares no deben tocarse
Frases como “no te rasques ese lunar” o “si te lo quitas, puede ser cancerígeno” son parte del imaginario colectivo. Es cierto que algunos lunares pueden ser señal de lesiones malignas o precancerosas, pero eso no significa que no se puedan revisar o eliminar.
De hecho, cualquier lunar que cambie de forma, color o tamaño debe ser examinado por un dermatólogo. En muchos casos, retirarlos de forma preventiva es la decisión más segura.
5. Los remedios caseros lo curan todo
Desde infusiones milagrosas hasta ungüentos hechos en casa, los remedios caseros forman parte del conjunto cultural de muchos pueblos. Si bien algunos pueden tener propiedades beneficiosas, como el jengibre para las náuseas o la miel para la tos, muchos otros se han sobrevalorado o incluso pueden ser perjudiciales.
Un ejemplo es el uso de aceite caliente para el dolor de oído, una práctica que puede causar quemaduras o empeorar infecciones. Otro es aplicar pasta de dientes en quemaduras, lo que puede retrasar la cicatrización. La clave está en distinguir entre lo que realmente ayuda y lo que puede hacer daño.
6. Las vacunas enferman o causan autismo
Tal vez la superstición médica más peligrosa del siglo XXI es la desconfianza hacia las vacunas. A pesar de los estudios científicos que han demostrado su seguridad y eficacia, algunas personas aún creen que las vacunas pueden causar autismo o enfermedades graves.
Esta creencia se originó en un estudio fraudulento publicado en 1998, que fue posteriormente retirado y desacreditado. La ciencia es clara: las vacunas salvan millones de vidas cada año y no están relacionadas con el autismo ni con enfermedades crónicas.
¿Por qué persisten estas supersticiones?
Las supersticiones médicas sobreviven porque apelan a lo emocional más que a lo racional. A menudo se transmiten de generación en generación, se refuerzan en la infancia y se propagan fácilmente por redes sociales. Además, en momentos de vulnerabilidad o enfermedad, muchas personas buscan respuestas simples a problemas complejos.
También influyen factores como la desinformación, la falta de acceso a servicios médicos o la desconfianza hacia el sistema de salud. Combatir estas ideas no implica burlarse de quienes las creen, sino ofrecer información clara, empática y basada en evidencias.
En un mundo donde la información está al alcance de un clic, es fundamental desarrollar un pensamiento crítico y confiar en fuentes confiables. La medicina moderna no lo sabe todo, pero ofrece mucho más que las creencias sin fundamento.