Una copa más: ¿tiene el alcohol algún beneficio?
¿Puede el alcohol, en pequeñas dosis, convertirse en sinónimo de salud? La ciencia encuentra señales positivas, pero las indicaciones siguen siendo las mismas: moderación y contexto
Un dato: en España la gente bebe. Es parte de nuestra cultura, de nuestra forma de ser social. Los bares españoles, los de cualquier ciudad o pueblo, qué más da, suelen atestarse de gente en algún momento del día, normalmente en esa franja horaria que va entre el final de la jornada laboral y el momento en que los garitos echan el cierre. Otro dato: todos sabemos que el alcohol se debe consumir con moderación. De lo contrario, las repercusiones a la salud pueden ser fatales. Pero claro, esto eleva otra pregunta a la palestra: ¿tiene el consumo de alcohol algún beneficio?
Una revisión de los últimos datos científicos vuelve a encender el eterno debate. Y es que varios estudios apuntan a que el consumo «ligero» (esto es, hasta 20 g de alcohol puro diarios en hombres y 10 g en mujeres, lo que equivale a una copa de vino o una caña) podría asociarse a menos infartos, mejor perfil lipídico e incluso menor riesgo de diabetes. Pero detrás de estos destellos favorables asoman matices y objeciones que los expertos no se cansan de subrayar.
Empezar por el corazón
La prueba más firme llega del ámbito cardiovascular. Investigadores del Massachusetts General Hospital examinaron a más de 50.000 participantes del biobanco Mass General Brigham y observaron que quienes bebían una copa diaria presentaban menos ataques al corazón y accidentes cerebrovasculares que los abstemios, aun después de ajustar por dieta, nivel socioeconómico y tabaquismo. El hallazgo se publicó en 2023 en el Journal of the American College of Cardiology. «No estamos promoviendo el uso de alcohol para prevenir infartos; nuestro objetivo es entender el mecanismo», afirmó el cardiólogo Ahmed Tawakol, coautor del estudio.
El mismo trabajo ofrece una explicación novedosa: las tomografías por emisión de positrones (PET/CT) mostraron que el alcohol, en dosis bajas, reduce la actividad de la amígdala (el centro cerebral que gestiona el estrés) lo que a su vez disminuiría la carga sobre el sistema cardiovascular.
Colesterol «bueno», diabetes y curvas en J
Siguiendo con la salud cardiovascular, un artículo publicado en Harvard Health, el diario médico de la prestigiosa universidad americana, sigue señalando que el efecto más sólido del alcohol moderado es el aumento del HDL, el llamado «colesterol bueno», que ayuda a arrastrar el LDL (el «colesterol malo») fuera de las arterias. No obstante, se debe tener cuidado, pues una dosis superior a las dos copas diarias pueden revertir los beneficios y elevar la tensión arterial.
Además, un repaso de 2024 a 44 estudios observacionales, publicado en la revista Life, confirma que el consumo de alcohol en relación al riesgo coronario sigue una curva en J: este riesgo se hunde en quienes beben una o dos copas diarias y luego se dispara al aumentar la dosis. Los autores resaltan, sin embargo, que los beneficios «podrían ser menores de lo que se creyó» cuando se tiene en cuenta el llamado «efecto abstemio enfermo», es decir, personas que dejaron de beber por problemas de salud y que engrosan el grupo de no consumidores.
Por otro lado, la relación con la diabetes tipo 2 es más confusa. Un estudio longitudinal japonés con 15.000 adultos publicado este pasado enero en la revista científica Nature apunta a que el consumo ligero-moderado se asocia a menos casos de diabetes, pero solo en personas con peso normal y niveles de glucosa basales saludables; en hombres con glucosa elevada, el exceso dispara el riesgo un 88%.
El vino tinto, en particular, tiene componentes químicos valiosos
En cuanto a los tipos de alcohol, muchas veces se valora positivamente la inclusión (moderada, claro está) del vino tinto en la dieta. La buena prensa de este se apoya en sus polifenoles, una serie de compuestos químicos con propiedades antioxidantes que, entre sus efectos, ayudan a retrasar el envejecimiento celular y a prevenir algunos tipos de cáncer. Un análisis de 124.805 británicos, recién aparecido en Nature Food, concluye que la diversidad de flavonoides de la dieta (té, frutos rojos, cacao y sí, también el vino) se vincula a una reducción de hasta el 20% en la mortalidad global. El efecto, avisan los autores, depende más de la variedad que de la cantidad. Según una de las responsables del estudio, la epidemióloga y profesora de la Universidad de Queen’s en Belfast, Aedín Cassidy, basta con un pequeño vaso de vino; la botella, sin embargo, entera anula cualquier ventaja.
La letra pequeña que nunca desaparece
A pesar de todos estos beneficios, no debemos olvidarnos de las contraindicaciones habituales. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud insiste: no existe un nivel de consumo sin riesgo, sobre todo en lo respectivo al cáncer y a las arritmias. En paralelo, la World Heart Federation recuerda que incluso una copa puede aumentar el riesgo de cardiopatías y arritmias como la fibrilación auricular.
Por supuesto, personas como menores de 18 años, mujeres embarazadas, pacientes con dolencias hepáticas o pancreáticas y que tengan historial de adicción deben evitar beber a toda costa. Del mismo modo, deben evitar el consumo de alcohol todos aquellos individuos que vayan a desplazarse en coche, con el fin de no ponerse en peligro a sí mismos y a los demás.