Actividad física de precisión: un campo emergente en el abordaje preventivo y terapéutico de enfermedades en la Medicina del Futuro
La actividad física de precisión se sitúa como una intervención complementaria con un impacto de gran valor en la salud de las personas
La práctica regular de actividad física es un pilar fundamental para el desarrollo físico, cognitivo y emocional de las personas, así como para el mantenimiento de la funcionalidad y la promoción de la salud a lo largo de toda la vida. Los avances en biología molecular, fisiología del ejercicio y tecnologías de monitorización han permitido comprender con mayor profundidad los mecanismos responsables de los efectos beneficiosos de la actividad física en una gran variedad de enfermedades. Por todo ello, la actividad física se está posicionando como una herramienta de valor en la prevención y tratamiento en la Medicina del Futuro dentro del marco de la Medicina Personalizada de Precisión; al favorecer la aplicación de intervenciones y programas de actividad física de precisión en función del perfil clínico y funcional de cada persona.
Informe Anticipando sobre Actividad Física
En este contexto, la Fundación Instituto Roche ha impulsado la publicación de un nuevo Informe Anticipando, en esta ocasión, sobre Actividad Física de Precisión en la Medicina del Futuro. El informe elaborado desde el Observatorio de Tendencias en la Medicina del Futuro tiene el objetivo de explorar el potencial de este campo emergente como una intervención adaptable y complementaria al tratamiento farmacológico y quirúrgico; con un impacto significativo en la salud pública y en la eficiencia y sostenibilidad del sistema sanitario.
La actividad física genera importantes efectos en la salud física y mental de las personas al inducir adaptaciones a nivel fisiológico, celular y molecular. Se han identificado variantes genéticas que influyen en la respuesta individual a la actividad física, y se han descrito múltiples mecanismos moleculares, epigenéticos y fisiológicos que pueden ser modulados por su práctica regular. Es por ello por lo que, al realizar un mismo tipo de ejercicio, las personas pueden presentar respuestas diferentes debido a sus características individuales. Se estima que entre un 20% y un 50% de la variabilidad en la capacidad física se debe a la carga genética de cada persona.
Combatir las consecuencias más severas de la edad
Así lo indica el Prof. Alejandro Lucía, coordinador del informe, catedrático de Fisiología del Ejercicio e Investigador Senior de la Facultad de Medicina, Ciencias de la Salud y del Deporte de la Universidad Europea de Madrid e investigador del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital 12 de octubre (i+12); quien afirma que es posible prescribir intervenciones de actividad física con el objetivo de mejorar la salud de las personas y prevenir enfermedades, si bien estas intervenciones deben individualizarse en función de las características específicas de cada persona, considerando su edad, perfil genético (aunque son necesarias más investigaciones en este particular), estado de salud, hábitos de vida y otros determinantes de la salud.
Los beneficios de la actividad física varían a lo largo de las diferentes etapas de la vida, ya sea en la infancia y juventud, adultez o senectud. De acuerdo con el Prof. Alejandro, la práctica regular de actividad física (sobre todo ejercicios de fuerza y saltos) ha demostrado favorecer un aumento de la densidad ósea; este tipo de actividad es especialmente importante entre las mujeres, «ya que contrarresta la pérdida acelerada de masa ósea y muscular derivada de la disminución de estrógenos durante el envejecimiento», según indica el experto. Y recuerda: «La edad es uno de los factores a tener en cuenta a la hora de personalizar las intervenciones de actividad física de precisión, junto con las condiciones clínicas, características personales y capacidades funcionales del paciente».
Herramienta preventiva y terapéutica de valor en múltiples enfermedades
La incorporación de la actividad física de precisión como estrategia de Salud Pública de Precisión no solo mejora la salud a nivel individual, sino que tiene un impacto directo y significativo en la salud de la población y puede contribuir a la sostenibilidad y eficiencia del sistema sanitario en su conjunto, gracias a su papel para la prevención de enfermedades. En particular, tal y como declara el Prof. Alejandro, reduce significativamente el riesgo de desarrollar diferentes enfermedades tales como cardiovasculares, metabólicas, neurológicas, musculoesqueléticas y ciertos tipos de cáncer.
La actividad física ha comenzado a consolidarse como un componente del abordaje integral del paciente oncológico, con aplicaciones clínicas en todas las fases del proceso: antes, durante y después del tratamiento. En términos de prevención, según indica el Prof. Lucía, la actividad física ha demostrado asociarse de forma significativa, con un menor riesgo (al menos entre un 10% y un 20%) de desarrollar varios tipos de cáncer en adultos, entre ellos, de mama, colon, endometrio, vejiga y estómago.
«Promover la recuperación y disminuir las secuelas físicas»
Durante los últimos años se han producido avances significativos en la comprensión de los mecanismos moleculares a través de los cuales la actividad física podría contribuir a mejorar el pronóstico y la respuesta al tratamiento en pacientes oncológicos. En particular, se ha observado una reducción de la inflamación crónica asociada al cáncer, lo que podría influir positivamente en la evolución clínica y en la eficacia del tratamiento. Asimismo, se ha demostrado que la actividad física puede modificar el microambiente tumoral y fortalecer el sistema inmunológico, lo que podría influir positivamente en el curso de la enfermedad. Como detalla el facultativo, «refuerza la inmunovigilancia contra el cáncer al activar las células inmunitarias más citotóxicas, especialmente las células NK (natural killer). También estimula la liberación de factores antiinflamatorios y potencialmente antitumorales, lo que ayuda a mitigar efectos secundarios como la fatiga, mejora el estado funcional y favorece el bienestar emocional».
Una vez finalizada la terapia, la práctica continuada de actividad física conduce a una serie de adaptaciones metabólicas y moleculares que contribuyen a crear un entorno biológico menos propicio para la recurrencia tumoral y el desarrollo de nuevos cánceres que resulta de gran valor «para promover la recuperación y disminuir las secuelas físicas, reducir el riesgo de recidiva y prevenir la aparición de nuevas neoplasias», según señala el coordinador del informe.
Beneficios para la salud cardiovacscular
La actividad física realizada de forma regular también ofrece amplios beneficios en enfermedades no oncológicas, como las cardiovasculares. En concreto, induce la activación de mecanismos de señalización relacionados con la protección celular y la oxidación que pueden reducir entre un 30% y un 50% el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, y entre un 30% y 40% la mortalidad asociada. «En el caso del infarto agudo de miocardio, su práctica puede disminuir el riesgo entre un 26% y un 38%», precisa. Asimismo, el Prof. Alejandro Lucía recalca que, en insuficiencia cardíaca, el ejercicio disminuye un 15% el riesgo de hospitalización y muerte, y un 11% en el contexto de rehabilitación cardíaca.
Por otro lado, las adaptaciones fisiológicas derivadas de la actividad física resultan clave en la prevención y el tratamiento de patologías metabólicas como la obesidad y la diabetes tipo 2 y otras patologías relacionadas. Así, desde el enfoque de la Medicina Personalizada de Precisión, la intervención basada en la actividad física no solo representa una estrategia efectiva y sostenible para revertir la obesidad, sino que, como sostiene el Prof. Alejandro, «al modular rutas fisiológicas y bioquímicas específicas, permite ajustar las recomendaciones de actividad física según el perfil metabólico individual, maximizando sus beneficios terapéuticos y preventivos».
Reduce el riesgo de deterioro cognitivo y demencia
La actividad física enfocada en ejercicios aeróbicos y de fuerza desempeña un papel fundamental en la salud cerebral y la prevención de enfermedades neurodegenerativas. Durante su práctica, se incrementa la producción de distintos factores neurotróficos que estimulan mecanismos neuroprotectores y producen adaptaciones a nivel cerebral, estimulándose procesos clave para la memoria y el aprendizaje. Como destaca el Prof. Lucía, estudios recientes señalan que la actividad física realizada al menos dos veces por semana se asocia con una reducción del riesgo de deterioro cognitivo y demencia de entre un 33% y un 38%.
En el caso del párkinson, como informa el experto, «se ha observado una reducción del riesgo de hasta el 34%, y en el ictus, el ejercicio puede disminuir tanto la incidencia (entre el 25% y el 30%) como las secuelas funcionales, la discapacidad y las tasas de rehospitalización. Asimismo, en personas con esclerosis múltiple, la actividad física puede reducir las recaídas hasta en un 27%». En el campo de la salud mental, se posiciona como una alternativa terapéutica segura y accesible para el manejo de los trastornos depresivos y la ansiedad, por ejemplo.
Retos futuros
Sin embargo, como incide el Prof. Alejandro, todavía se deben afrontar una serie de retos para la implementación efectiva de la actividad física de precisión como herramienta preventiva y terapéutica de referencia, tanto en el campo de la investigación, la formación, la concienciación y su traslación a la práctica clínica. En el informe publicado, se incide en el limitado aprovechamiento y validación de los datos de salud derivados del uso de las tecnologías wearables. Estos dispositivos permiten recoger datos en tiempo real sobre los patrones de actividad física y parámetros fisiológicos. Según apunta el experto, las carencias formativas en este campo pueden traducirse en una gestión ineficiente de la información recogida e incluso dificultar el aprovechamiento de los datos generados.
Ante este tipo de desafíos, los expertos autores del informe recomiendan fortalecer el apoyo institucional para fomentar la investigación sobre la actividad física en el contexto de la Medicina Personalizada de Precisión; así como incorporar una formación específica en los planes de estudio y en la formación continuada de los profesionales sanitarios sobre el papel de la actividad física en la medicina del futuro. En este sentido, la directora gerente de la Fundación Instituto Roche, Consuelo Martín de Dios, afirma: «Los avances en la biología molecular y fisiología del ejercicio han permitido comprender con mayor profundidad los mecanismos responsables de sus efectos; posicionando la actividad física como una herramienta de valor para la prevención y tratamiento en el marco de la Medicina Personalizada de Precisión, favoreciendo la aplicación de intervenciones y programas de actividad física de precisión en función del perfil individual de cada persona».

