Fundación Juegaterapia
Con un origen que se remonta a 2010, la Fundación Juegaterapia tiene un objetivo claro: amenizar la atención oncológica pediátrica
La Fundación Juegaterapia se ha convertido en una referencia en España para la humanización de la atención oncológica pediátrica mediante una idea sencilla y fértil: el juego mejora la experiencia de enfermedad y puede favorecer la recuperación. Su origen remite a 2010 y a un gesto particular, la donación de una consola a un niño en tratamiento, que encadenó otras tantas y cristalizó en una entidad estable. Dos años después, el Ministerio de Sanidad clasificó la fundación y ordenó su inscripción en el Registro estatal con el número 28-1699, fijando su adscripción al Protectorado competente; hoy mantiene domicilio en Madrid y actividad continuada en hospitales de todo el país.
Con el tiempo, el ámbito de actuación se amplió sin perder el hilo conductor. A las primeras donaciones de consolas y tabletas se sumaron intervenciones arquitectónicas y ambientales en áreas pediátricas. El buque insignia, El Jardín de mi Hospi, transforma azoteas en desuso en espacios verdes de juego y descanso: La Paz, 12 de Octubre, La Fe, Gregorio Marañón, Niño Jesús o el Materno Infantil de Málaga son algunos de los centros donde ya se han construido jardines. En paralelo, Estaciones Lunares convierte habitaciones de aislamiento en pequeñas cápsulas espaciales para hacer más llevadero el ingreso, y En el hospi estoy de cine instala salas de proyección con butacas y meriendas en hospitales de varias comunidades. La combinación de exterior, fantasía y cultura configura un repertorio coherente: sacar a los niños, física o imaginariamente, del encierro de la habitación.
Objetivos y gobierno
Los fines de la Fundación Juegaterapia están definidos con claridad en la documentación oficial: mejorar la calidad de vida de los niños hospitalizados mediante la entrega gratuita de dispositivos de juego; humanizar los entornos sanitarios con intervenciones que promuevan el juego, la creatividad y el arte; y apoyar la investigación en cáncer infantil. La memoria económico-contable reciente detalla esas líneas, que van desde la adecuación de jardines, pasillos y salas, hasta campañas de sensibilización y recogida de consolas, mercadillos solidarios y eventos para captar recursos. No se trata solo de «animar» el hospital, sino de modificarlo para que sea una estancia más amable y, cuando es posible, terapéutica.
La estructura de gobierno responde al modelo de las fundaciones españolas: el Patronato como órgano de gobierno, representación y administración, complementado por un equipo profesional que ejecuta los proyectos y coordina el voluntariado. Los estatutos marcan ese reparto de funciones y la fundación publica organigramas operativos en sus memorias y en la web: presidencia (Mónica Esteban), vicepresidencia (Valle Sallés) y una secretaría del patronato, junto a direcciones de proyectos y eventos, humanización hospitalaria, medios digitales y voluntariado, contenidos y comunicación. La transparencia documental (estatutos, memorias, cuentas auditadas) está disponible en abierto, un estándar que facilita la rendición de cuentas.
El alcance de la actividad se aprecia tanto en cifras como en geografía. Según el balance público de su sitio institucional, la fundación ha completado más de medio centenar de proyectos y mantiene una red de más de 180 personas voluntarias; a las donaciones de consolas y tabletas se suma la puesta en marcha de nuevas actuaciones, incluso fuera de España, como la prevista en el Hospital Gemelli de Roma. La combinación de métricas y obras visibles habla de una organización capaz de sostener proyectos largos en alianza con hospitales, empresas y administraciones.
Campañas que sirven de ejemplo
La vertiente de investigación ha ganado peso propio. En 2016 se formalizó, junto al Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, una beca financiada con los beneficios de los Baby Pelones para impulsar proyectos en tumores pediátricos, con una aportación inicial de 100.000 euros. Más recientemente, la Beca Elena Huelva, creada con el GEIS (Grupo Español de Investigación en Sarcomas), ha canalizado fondos para apoyar el ensayo europeo InterEwing-1 frente al sarcoma de Ewing. La comunicación pública de GEIS y de medios generalistas da cuenta de sucesivas entregas y ampliaciones de financiación.
La entidad ha sabido convertir sus campañas en palancas de cambio. Los Baby Pelones, muñecos sin pelo con pañuelos diseñados por artistas y personas conocidas, se han consolidado como su icono recaudatorio, con ediciones que superan la cuarentena de modelos y colaboraciones que mantienen el producto en el escaparate público. El programa En el hospi estoy de cine (con salas ya operativas en hospitales como Valdecilla, Gregorio Marañón, Valladolid o Zaragoza) suma cultura y ritual de normalidad a semanas de ingreso. Iniciativas como los «kiciclos» (bicis adaptadas para desplazarse por el hospital) o las fiestas en azoteas de La Paz y el Gregorio Marañón completan un catálogo de actos que, además de recaudar, generan una narrativa social positiva en torno a la infancia hospitalizada.
Labor de de divulgación
A este repertorio se añade un esfuerzo notable por medir y divulgar evidencias. El documental La quimio jugando se pasa volando sintetiza un estudio desarrollado en el Hospital La Paz y publicado en Journal of Medical Internet Research, que sugiere una reducción del dolor y del uso de analgésicos opioides en mucositis pediátricas cuando se incorporan videojuegos de forma pautada. La recepción mediática y sanitaria ha sido amplia, y la fundación utiliza esa evidencia para defender que el juego forme parte de los protocolos no farmacológicos en oncología infantil.
En conjunto, Juegaterapia ha articulado un modelo con tres ejes bien trabados: acompañar jugando, transformar espacios y financiar ciencia. El primero atiende el ánimo del paciente; el segundo modifica el entorno para que el ingreso sea más digno y creativo; el tercero apunta a la raíz del problema, la necesidad de más conocimiento y mejores tratamientos. La base es sólida: estatutos claros, patronato activo, cuentas auditadas y la proyección, ambiciosa sin grandilocuencias: seguir llevando consolas, jardines y cine a los hospitales; costear becas que aceleren la investigación; y mantener una conversación pública que, con hechos, recuerde que también en oncología infantil la alegría importa.

