Visibilizar las cosas buenas
Cuántas ilusiones al iniciar un proyecto, unos estudios, una relación, un trabajo… ¿Cuántas de esas ilusiones se frustran? Muchas, muchísimas. Por cada triunfo, hay decenas o cientos de fracasos, aunque no seamos conscientes. Por eso, cuando algo sale adelante y tiene continuidad en el tiempo, hay que pensar que ha sido fruto de la ilusión, pero también del esfuerzo y de la constancia, de sacrificios y golpes de suerte, de decepciones y gratas sorpresas, de alegrías y tristezas, de enfados y reconciliaciones, de aprender, corregir y perfeccionar. En definitiva, de caerse muchas veces y volver a levantarse otras tantas.
Detrás de casi todo, está el conocimiento y la experiencia de muchas personas, por simple o sencillo que nos pueda parecer. En un mundo tan competitivo, se valora todo, el precio, la estética, el tiempo, la utilidad y mil cosas más. El aspecto humano, también. Recibir un buen trato, es algo que valoramos mucho y si puede ser en ambas direcciones, mejor aún, porque para recibir un buen trato, también hay que saber darlo. En todo lo que sea atención al público se puede apreciar con claridad el lado humano, obvio. Pero ¿qué hay detrás de un producto hecho en una fábrica y gestionado en una oficina por personas que ni conocemos, ni vemos? ¿Qué historias hay detrás de un producto, de una empresa, de una institución? Todos hemos oído discursos alabando a los empleados y lo importantes que son para la empresa, la inversión en I+D+i, lo mucho que se hace por el ecosistema, el uso sostenible de los recursos en todas sus variantes y dimensiones y el retorno social de parte de los beneficios. A veces, todas las bondades se quedan en el discurso y la realidad es otra bien distinta, pero esto se suele saber. Las cosas buenas, todas esas historias que de verdad merecen la pena, suelen ser invisibles para la inmensa mayoría y eso es una lástima, porque cuando en una empresa o institución pasan cosas buenas y se hacen cosas buenas, hay que contarlas para que se conozcan, para que sirvan de ejemplo a otros y porque quien las hace, se merece un reconocimiento y nuestra admiración.
José Luis Águeda
Editor
«Las buenas obras no hacen a un buen hombre, pero un buen hombre hace buenas Obras» – Martín Lutero