2 de marzo
El 2 de marzo de 1949 se patentó la insulina en polvo, marcando un hito en la historia del tratamiento de la diabetes, enfermedad que, en aquella época, era un gran desafío médico por la dificultad de conservación y administración de la insulina. Desde su descubrimiento, la insulina se había utilizado en forma líquida, lo que requería refrigeración. Por ello, cuando se vio la posibilidad de convertirla en polvo, se vio que ofrecía numerosas ventajas, como una mayor estabilidad a temperatura ambiente y una mayor facilidad para su distribución.
La insulina en polvo abrió la puerta a unas nuevas formas de administración, más allá de las inyecciones subcutáneas tradicionales. Es cierto que esta formulación en polvo no se implementó de inmediato a gran escala, su desarrollo impulsó la creación de investigaciones sobre otros métodos alternativos de administración de insulina. Años después, estas investigaciones culminaron en productos como la insulina inhalable, permitiendo la absorción a través de los pulmones.
Pese a su potencial, la insulina en polvo no reemplazó a las fórmulas inyectables a corto plazo, ya que la eficiencia y velocidad de absorción de esta insulina inhalada seguía estudiándose. Aun así, este avance sentó las bases para futuras innovaciones con respecto al tratamiento de la diabetes, creando insulinas de acción prolongada, dispositivos de administración más cómodos e incluso sistemas de páncreas artificiales que combinan sensores de glucosa y bombas de insulina para optimizar el control de la enfermedad.
Actualmente, aunque esta fórmula de insulina en polvo no es la forma más común de administración de insulina, sigue siendo punto de investigación y desarrollo, sobre todo en la búsqueda de métodos menos invasivos y más accesibles para los pacientes con diabetes.