El papel de la resonancia magnética es muy beneficioso en la vigilancia activa del cáncer de próstata de bajo riesgo, según especialistas de la SERAM
La resonancia magnética permite detectar estos cambios antes de que se reflejen en otros marcadores y puede mejorar tanto los resultados oncológicos, como la calidad de vida del paciente
El papel de la resonancia magnética es muy beneficioso en la vigilancia activa del cáncer de próstata de bajo riesgo, según especialistas de la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM), como el Dr. Kai Vilanova, especialista de la Clínica Girona – Hospital Dr. J. Trueta en Girona.
«La resonancia magnética de próstata permite monitorizar los pacientes con cáncer de próstata de bajo riesgo incluidos en un programa de vigilancia activa (VA), valorando la utilidad en la detección de progresión tumoral, la reducción de biopsias innecesarias y la toma de decisiones clínicas», comenta el Dr. Vilanova.
La vigilancia activa se ha consolidado como una estrategia segura y efectiva para el manejo del cáncer de próstata de bajo riesgo, con el objetivo de evitar tratamientos radicales innecesarios y preservar la calidad de vida de los pacientes. En este contexto, la resonancia magnética ha emergido como una herramienta clave para mejorar la estratificación del riesgo, reducir el número de biopsias repetidas y detectar progresión tumoral de forma más precisa.
Cáncer de próstata de bajo riesgo
El cáncer de próstata de bajo riesgo se define como una neoplasia con características clínicas, histológicas y bioquímicas que indican una muy baja probabilidad de progresión o metástasis durante un periodo prolongado. Este tipo de cáncer es adecuado para un manejo conservador de VA, evitando tratamientos radicales inmediatos como la prostatectomía o radioterapia.
Importancia de la resonancia magnética en VA
Según el Dr. Vilanova tradicionalmente la vigilancia activa se basaba en criterios clínicos, PSA y biopsias transrectales sistemáticas repetidas. Sin embargo, la incorporación de la resonancia magnética ha cambiado este paradigma por varias razones. En primer lugar, permite una selección más precisa de candidatos a VA, ya que facilita identificar lesiones sospechosas de alto grado que podrían haber pasado desapercibidas con la biopsia sistemática inicial. Esto ayuda a evitar la inclusión de pacientes con cáncer clínicamente significativo en protocolos de VA. En segundo lugar, posibilita una monitorización no invasiva, pues ofrece un método de seguimiento más cómodo y menos invasivo que la biopsia repetida, reduciendo riesgos de infección, sangrado y ansiedad en los pacientes.
Asimismo, la resonancia magnética ayuda a detectar de forma temprana la progresión de la enfermedad durante la VA, ya que puede manifestarse como un aumento en el volumen tumoral o en la puntuación PI-RADS de una lesión ya identificada. La resonancia magnética permite detectar estos cambios antes de que se reflejen en otros marcadores. Por último, reduce drásticamente el número de biopsias innecesarias. En pacientes con imágenes estables y sin signos de progresión, se puede postergar o incluso evitar la repetición de biopsias, lo que representa un beneficio clínico importante.
Problemas del presente y soluciones del futuro
Pero esta situación también presenta limitaciones y desafíos como variabilidad en la interpretación de la resonancia y de la experiencia del radiólogo, limitaciones en la sensibilidad para detectar progresión microscópica y dificultades en el consenso sobre intervalos óptimos de seguimiento por resonancia magnética. Por otro lado, las perspectivas de cara al futuro son: una mayor integración de inteligencia artificial para mejorar la detección de progresión; el uso de secuencias avanzadas como DWI de alta resolución; y la combinación de las resonancias con biomarcadores moleculares y análisis de imágenes cuantitativas para un enfoque más personalizado.
«En definitiva, la resonancia magnética ha transformado el manejo del cáncer de próstata de bajo riesgo dentro de los programas de vigilancia activa, ya que permite un enfoque más racional y menos invasivo, optimizando la selección y el seguimiento de los pacientes. Su incorporación sistemática y bien protocolizada puede mejorar tanto los resultados oncológicos como la calidad de vida del paciente. Este tipo de cáncer es adecuado para un manejo conservador, evitando tratamientos radicales inmediatos como la prostatectomia o radioterapia», explica el Dr. Vilanova.