Fundación INTRAS
Enfocada en el campo de la salud mental, la Fundación INTRAS centra sus esfuerzos en el restablecimiento de la vida en comunidad
Nacida en 1994 en Valladolid, Fundación INTRAS se ha consolidado como un referente en salud mental en España, con un enfoque inequívoco en la recuperación y la vida en comunidad. El propio nombre sintetiza su vocación (INvestigación y TRAtamiento) y explica una trayectoria que combina intervención directa, investigación aplicada y construcción de redes. Tres décadas después de su puesta en marcha, la entidad declara 775 profesionales en plantilla y 29 centros y servicios, cifras que reflejan un crecimiento sostenido y una expansión territorial que ha ido incorporando nuevos dispositivos según la necesidad social detectada.
Historia y expansión de Fundación INTRAS
La historia de INTRAS no es un catálogo de hitos administrativos, sino una secuencia de respuestas prácticas. Al primer impulso en Valladolid le siguieron desarrollos en Zamora y, poco después, la apertura de la Clínica de la Memoria, el despliegue de pisos terapéuticos y la consolidación de recursos de día. A lo largo de los años 2010, la entidad extendió su presencia por Burgos, Palencia, Salamanca y, finalmente, Madrid, integrando recursos de rehabilitación y apoyo comunitario. El mapa actual de dispositivos (centros de día, viviendas supervisadas, clínicas de memoria, talleres prelaborales y espacios de participación) se distribuye principalmente en Castilla y León, con especial densidad en Zamora y Valladolid, y con recursos en la capital.
Esa expansión se entiende mejor a la luz de sus funciones. INTRAS acompaña a personas con problemas de salud mental para que construyan y sostengan su proyecto de vida; desde ahí articula servicios de alojamiento, formación e inserción laboral, asistencia personal, ocio y apoyo mutuo, así como intervención psicológica y rehabilitación psicosocial. A ello suma un ámbito sociosanitario específico para deterioro cognitivo y demencia, las llamadas Clínicas de Memoria, donde combina evaluación neuropsicológica, estimulación y tecnologías propias como GRADIOR, un programa de intervención cognitiva desarrollado y evaluado en colaboración con universidades y redes europeas. La evidencia científica sobre GRADIOR, publicada en revistas revisadas por pares, respalda su efectividad en deterioro cognitivo leve y demencia leve, un ejemplo de cómo la investigación aplicada se traduce en servicio.
Una Fundación establecida en gran parte de la meseta
El alcance territorial es hoy una red de centros y servicios distribuidos en varias provincias de Castilla y León y en Madrid, integrados con la administración autonómica y municipal y con socios europeos. La propia web de INTRAS registra direcciones y recursos concretos, desde residencias y viviendas supervisadas hasta centros de día y espacios de participación comunitaria. Esa capilaridad permite trabajar en proximidad: no sólo donde vive la persona, sino con su entorno inmediato, un principio coherente con la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y el derecho a vivir en comunidad.
Esa misión se sostiene con una arquitectura de gobierno y gestión clara. El organigrama sitúa a un Patronato como máximo órgano, con una Dirección General que coordina direcciones territoriales (Zamora, Valladolid, resto de Castilla y León y otras CCAA) y direcciones funcionales (Investigación Aplicada y Conocimiento; Retos Sociales y Estudios; Alianzas y Redes), apoyadas por una Subdirección General de Organización con servicios corporativos (gestión económica y financiera, personas y talento, tecnología e infraestructuras y comunicación).
A ese esquema se añaden un Comité Ético de Defensa del Usuario, un Consejo Asesor de Prospectiva y Estrategia y círculos de mejora, mecanismos que refuerzan la calidad y la participación. El resultado es una estructura que integra atención comunitaria, formación y empleo, clínicas de rehabilitación cognitiva, proyectos de innovación y programas específicos (como, por ejemplo, programas para personas sin hogar y otros para víctimas de violencia de género) bajo un mando único, pero con fuerte implantación local.
Objetivos y campañas que luchan para lograrlos
Los objetivos fundacionales, recogidos en sus Estatutos, son precisos: trabajar por la salud mental, acompañando a las personas en la recuperación de sus proyectos de vida, con la visión de una sociedad que incluya la diversidad y en la que todas las personas puedan participar. La fundación se declara sin ánimo de lucro, somete sus cuentas a auditoría externa y las deposita ante el Protectorado, alineando misión y gobernanza mediante principios éticos de respeto, autodeterminación, inclusión y transparencia. Esa rendición de cuentas no es un apéndice burocrático: asegura que el crecimiento organizativo y la captación de recursos no desdibujen el foco en los derechos, la calidad de los apoyos y el impacto social.
La coherencia entre fines y práctica se percibe en campañas y actos que combinan sensibilización, cultura y deporte como palancas de inclusión. Bajo el paraguas de proyectos europeos, INTRAS ha impulsado iniciativas como Life is like a bike, que promueve la actividad física y el bienestar en adolescentes; programas como ARTY (arteterapia en línea para jóvenes), ConnecTEEN (salud mental en la FP) o Empower2Act (empoderamiento en escuelas); y experiencias escénicas como Stage of Mind, que llevaron al Teatro Calderón el relato en primera persona del malestar psíquico. En el ámbito local, la fundación ha coorganizado acciones de alto impacto simbólico, como #40segundos en la Plaza Mayor de Valladolid, una instalación efímera para visibilizar la prevención del suicidio durante la Semana de la Salud Mental. Estas actuaciones no son eventos aislados, sino parte de una estrategia que combina intervención clínica y psicosocial con cultura cívica, para desactivar estigmas y abrir oportunidades.
Redes territoriales y equipos cercanos
En suma, Fundación INTRAS ha tejido un modelo que articula proximidad, evidencia y comunidad. La proximidad se concreta en redes territoriales y equipos que trabajan con la persona y su barrio; la evidencia llega de su apuesta por la investigación aplicada y tecnologías propias como GRADIOR; la comunidad se construye con campañas públicas, alianzas con centros educativos y participación en redes europeas. No hay atajos en esta manera de entender la salud mental: se trata de reconocer proyectos de vida, de sostenerlos con apoyos ajustados y de defender entornos que no expulsen, sino que incluyan. Todo ello explica por qué, treinta años después, la fundación mantiene su impulso inicial y continúa ampliando horizontes sin perder de vista lo esencial.

