Muerte cerebral y muerte real, ¿qué diferencia hay?
El concepto de muerte cerebral surgió en el año 1981 cuando se sustituyó el término de coma irreversible
¿Qué es la muerte cerebral? Es la que se produce cuando el cerebro está destruido de manera completa e irreversible, finalizando toda su actividad. Así, todas las funciones vitales como la respiración, el latido del corazón o la circulación de la sangre desaparecen. Sí que es cierto que aunque el cerebro no funcione, los órganos pueden seguir funcionando si la persona está conectada a diferentes sistemas de soporte o a un respirador, pero no es posible respirar sin dicha asistencia. Tampoco hay respuesta a estímulos dolorosos, ni respuesta de la pupila a la luz y debido a que el flujo de sangre al cerebro se interrumpe, no existen posibilidades de recuperación de la función cerebral.
El término de muerte cerebral o encefálica surgió cuando los avances en medicina intensiva y los progresos en la cirugía de los trasplantes de órganos hicieron necesario saber definir con claridad cuándo una persona está muerta. En 1981, el informe de Harvard estableció los criterios para definir la muerte cerebral, sustituyendo el concepto de coma irreversible por muerte cerebral o encefálica. Hasta ese momento, el diagnóstico de muerte se basaba en la ausencia de latido cardiaco, ausencia de respiración y, con ello, la interrupción de la circulación sanguínea y oxigenación de los tejidos del organismo. En definitiva, aquel año se estableció que, cuando el cerebro deja de funcionar, es el órgano que define el fin de la vida, no el corazón.
Se puede deducir que en realidad la muerte cerebral es la muerte real ya que aunque una persona esté en ese estado, solo puede seguir respirando si está conectada a un respirador, pero en el momento en el que eso se desconecte, se produce la muerte real ya que deja de llegar oxígeno a los órganos.