Por qué se nos duerme la pierna y qué pasa en nuestro cuerpo cuando ocurre
A todos nos ha pasado alguna vez: estamos sentados durante un rato con las piernas cruzadas o en una posición incómoda, y de pronto sentimos un hormigueo extraño, casi eléctrico, que nos recorre la pierna
Cuando se nos duerme la pierna es algo extraño, intentamos moverla, pero parece no responder. Decimos que “se nos durmió”. Aunque suene a una frase cotidiana, lo que ocurre en realidad dentro del cuerpo es un proceso fascinante que involucra a nuestros nervios y a la forma en que el cerebro interpreta las sensaciones.
Para entender por qué se nos duerme una pierna, primero hay que saber que el sistema nervioso es el gran encargado de transmitir información entre el cuerpo y el cerebro. Cada sensación, desde el calor de una taza de café hasta el roce de la ropa, viaja a través de una red inmensa de nervios periféricos.
Cuando adoptamos una postura que ejerce presión sobre una parte del cuerpo, como al sentarnos con las piernas cruzadas, esa presión puede comprimir temporalmente algunos de estos nervios o los vasos sanguíneos que los nutren. Si los nervios no reciben suficiente oxígeno o su comunicación eléctrica se interrumpe, comienzan a fallar. En ese momento, el cerebro deja de recibir señales claras de esa zona, lo que se traduce en la sensación de entumecimiento.
El extraño hormigueo y cuándo preocuparse
Después de unos minutos, cuando cambiamos de posición y la sangre vuelve a circular con normalidad, los nervios comienzan a “despertar”. Sin embargo, su recuperación no ocurre de manera ordenada. Algunos se reactivan antes que otros, enviando impulsos eléctricos irregulares. Esos impulsos son los responsables del cosquilleo u “hormigueo” tan característico, conocido médicamente como parestesia transitoria.
Esa sensación puede resultar molesta o incluso dolorosa, pero suele ser completamente inofensiva. Los nervios se reajustan, las señales se estabilizan y, en cuestión de segundos o minutos, la pierna vuelve a la normalidad.
Aunque lo habitual es que esta sensación sea temporal, hay casos en los que hay que prestarle atención. Si la parestesia aparece con frecuencia, dura mucho tiempo o se presenta sin una causa evidente (como estar sentado demasiado tiempo), podría ser un síntoma de un problema más serio. Algunas enfermedades como la diabetes, las hernias discales o ciertos trastornos neurológicos, pueden provocar daños en los nervios que generan entumecimiento crónico o dolor persistente.
En esos casos, la sensación de “pierna dormida” ya no es un simple efecto pasajero, sino una señal de que algo interfiere de forma constante en la comunicación nerviosa. Un médico puede ayudar a identificar la causa y orientar un tratamiento adecuado.
La importancia del movimiento
Más allá de las excepciones médicas, el cuerpo humano está diseñado para moverse. Permanecer mucho tiempo en una misma postura, sentado frente al ordenador, por ejemplo, no solo favorece el adormecimiento de las extremidades, sino que también afecta la circulación y la salud muscular. Cambiar de posición con frecuencia, levantarse cada cierto tiempo o estirarse ayuda a mantener una buena irrigación y a evitar la compresión nerviosa.
Curiosamente, las personas que practican ejercicios de conciencia corporal, como el yoga o el pilates, suelen experimentar menos episodios de adormecimiento. Esto se debe a que mejoran su postura y desarrollan una mayor sensibilidad hacia las señales de su cuerpo.
La próxima vez que se te “duerma” una pierna, piensa que no es más que tu cuerpo avisándote de que algo está presionando de más. Es una pequeña interrupción en el complejo sistema de comunicación que permite que sientas, te muevas y respondas al entorno. Aunque parezca algo común, detrás de ese cosquilleo se esconde una muestra del delicado equilibrio entre los nervios, la sangre y el cerebro. Nuestro cuerpo no se queda callado.

