Remedios antiguos que funcionaban, y otros que eran peligrosamente absurdos
Desde que la humanidad comenzó a sufrir dolencias y enfermedades, también comenzó a buscar formas de curarse o aliviarse
A lo largo de la historia, se han probado todo tipo de remedios, algunos sorprendentemente efectivos y otros tan absurdos o peligrosos que hoy en día cuesta creer que se tomaran en serio.
A continuación vamos a explorar algunos de los tratamientos antiguos que funcionaban y otros que es mejor dejar en los libros de la historia.
Remedios que realmente funcionaban
Corteza de sauce: el antecesor de la aspirina
Mucho antes de que existiera la aspirina, las antiguas civilizaciones como los egipcios y griegos ya usaban la corteza de sauce blanco para tratar dolores y fiebre. Hoy sabemos que esta corteza contiene salicina, un compuesto que el cuerpo convierte en ácido salicílico, el principio activo de la aspirina moderna. Aunque en su forma natural puede ser más irritante para el estómago, fue una solución efectiva durante siglos.
Miel: antibiótico natural
En el Antiguo Egipto, la miel no solo se usaba como endulzante, sino también como remedio médico. Se aplicaba sobre heridas para evitar infecciones. Y tenían razón: estudios modernos han confirmado que la miel (especialmente la de manuka) tiene propiedades antibacterianas gracias a su bajo pH, su contenido en peróxido de hidrógeno y su alta concentración de azúcar, que impide el crecimiento de microorganismos. Sin embargo, en la actualidad mucha gente utiliza este remedio contra el resfriado o el catarro.
Ajo: medicina aromática
El ajo era utilizado por griegos, romanos y egipcios para tratar infecciones, problemas digestivos y fatiga. Su eficacia se debe en parte a la alicina, un compuesto con propiedades antimicrobianas y antioxidantes. Aunque su aroma no es del gusto de todos, su valor medicinal ha sido respaldado por la ciencia.
Sanguijuelas
Siempre usadas con moderación. Aunque hoy tienen mala fama, las sanguijuelas han regresado a ciertos ámbitos médicos modernos, sobre todo en cirugías reconstructivas. Su saliva contiene anticoagulantes que mejoran la circulación sanguínea. El problema, claro, fue cuando en la Edad Media y el Renacimiento se abusó de ellas con la idea equivocada de que «todo mal se curaba sangrando».
Remedios que eran peligrosamente absurdos
Mercurio: “cura milagrosa”
Durante siglos, el mercurio se utilizó para tratar enfermedades como la sífilis. Lo aplicaban en pomadas, vapores e incluso lo ingerían. El resultado, como es lógico, era desastroso: pérdida de dientes, daño neurológico e incluso la muerte. Hoy sabemos que el mercurio es extremadamente tóxico y su uso es uno de los grandes errores de la medicina antigua.
Trepanación: agujerear el cráneo para “liberar espíritus”
Uno de los procedimientos quirúrgicos más antiguos conocidos es la trepanación: hacer un agujero en el cráneo para tratar dolores de cabeza, epilepsia o “posesiones”. Aunque en raros casos pudo aliviar la presión cerebral por traumatismos, en la mayoría de los casos era una práctica peligrosa y basada más en creencias ficticias que en ciencia.
Cigarrillos medicinales
A principios del siglo XX, algunas marcas promocionaban cigarrillos como tratamiento para el asma y la bronquitis. Se creía que el humo aliviaba los síntomas respiratorios (¿en serio?). Irónicamente, la medicina moderna ha demostrado que fumar es uno de los principales factores de riesgo para enfermedades respiratorias y cardiovasculares.
Estiércol
En algunas culturas antiguas, el estiércol de animales se aplicaba sobre heridas para «favorecer la cicatrización». Pero lo que realmente hacía era exponer al paciente a infecciones graves como el tétanos. Esta práctica es un recordatorio de cómo el desconocimiento de los gérmenes podía convertir un remedio en una sentencia de muerte.
Un legado de prueba y error
La medicina antigua fue, en muchos sentidos, un gran experimento. Sin los conocimientos de microbiología, anatomía o farmacología que tenemos hoy, los antiguos sanadores trabajaban con lo que tenían: observación, tradición oral y mucha intuición. A veces acertaban por casualidad; otras veces, las consecuencias eran fatales.
Lo fascinante es que muchos de los principios detrás de aquellos remedios, como el uso de plantas medicinales, la higiene o la dieta como medicina, siguen vigentes, aunque ahora con respaldo científico.
Por lo tanto, la próxima vez que escuchemos un “remedio de la abuela”, tal vez valga la pena investigar si tiene alguna base real o si es mejor dejarlo como una curiosidad histórica.