7 errores comunes al hidratarse en verano
El verano es sinónimo de días largos, calor intenso y más tiempo al aire libre
En esta época del año, la hidratación se vuelve un factor fundamental para mantener la salud y el rendimiento físico. Sin embargo, aunque “beber agua” parezca una recomendación sencilla, no siempre lo hacemos de manera correcta. Algunos hábitos bien intencionados pueden resultar contraproducentes o insuficientes.
A continuación, vamos a tratar los errores más comunes a la hora de hidratarse en verano y cómo podemos corregirlos.
1. Beber solo cuando hay sed
La sed es una señal que indica que el cuerpo ya ha comenzado a deshidratarse. Esperar a tenerla para beber implica que hemos dejado pasar un tiempo valioso en el que podríamos haber mantenido un equilibrio de hidratación adecuado. Lo recomendable es tomar líquidos de forma regular, aunque no se tenga sed, especialmente si se está expuesto al calor o realizando actividad física. Podemos establecer pequeños recordatorios para beber agua a lo largo del día. Incluso sorbos frecuentes pueden marcar la diferencia.
2. Confiar únicamente en refrescos o bebidas azucaradas
Es tentador recurrir a bebidas dulces o gaseosas para calmar la sed, pero su alto contenido en azúcar y aditivos no ayuda a una hidratación óptima. Además, pueden provocar picos de glucosa y aumentar la sensación de sed. Priorizar agua, infusiones frías o agua con rodajas de fruta para dar sabor sin añadir calorías ni azúcares.
3. Beber en exceso de una sola vez
Ingerir grandes cantidades de agua en poco tiempo no solo es ineficaz, sino que puede provocar molestias digestivas e incluso diluir demasiado las sales minerales en la sangre. Lo ideal es repartir la ingesta de líquidos a lo largo del día para que el cuerpo los asimile de forma progresiva.
4. Olvidar el papel de los alimentos
La hidratación no proviene únicamente de lo que bebemos. Frutas, verduras, sopas frías o yogures aportan una cantidad significativa de agua y electrolitos. Ignorar esta fuente puede hacer que dependamos exclusivamente del consumo de líquidos. Algunos ejemplos de alimentos ricos en agua son la sandía, el melón, el pepino, el tomate y la naranja.
5. No reponer electrolitos tras sudar mucho
En días muy calurosos o durante el ejercicio intenso, el sudor no solo elimina agua, sino también sodio, potasio y otros minerales esenciales. Beber solo agua puede no ser suficiente para recuperar el equilibrio.Es recomendable incluir alimentos o bebidas que aporten electrolitos (frutos secos, plátanos, agua de coco, bebidas isotónicas bajas en azúcar) cuando se haya sudado en exceso.
6. Beber líquidos demasiado fríos
Aunque puede resultar refrescante, tomar líquidos extremadamente fríos de forma repentina puede provocar malestar estomacal o incluso calambres en personas sensibles. Además, el cuerpo emplea energía extra para equilibrar la temperatura interna. Es mejor opción tomar bebidas frescas, pero no heladas, para evitar un contraste brusco.
7. Descuidar la hidratación nocturna
El calor nocturno y el uso de ventiladores o aire acondicionado pueden favorecer la pérdida de líquidos sin que lo notemos. Si terminamos el día con un déficit de hidratación, nos levantaremos cansados y con sensación de sequedad. Tomar un vaso de agua antes de dormir y otro al despertar ayuda a compensar esta pérdida.
Hidratarse bien en verano no es solo cuestión de beber más, sino de hacerlo con regularidad, variedad y conciencia. Evitar estos errores y adoptar pequeñas rutinas puede marcar una gran diferencia en nuestro bienestar durante la temporada de calor.
Ingesta diaria recomendada de líquidos
Niños (4-8 años) | 1,2 – 1,6 L | 1,4 – 1,8 L |
Adolescentes (9-13 años) | 1,6 – 2,1 L | 1,8 – 2,4 L |
Adultos (mujeres) | 2,0 – 2,3 L | 2,3 – 2,7 L |
Adultos (hombres) | 2,5 – 3,0 L | 2,8 – 3,5 L |
Embarazadas | 2,3 L | 2,5 – 2,8 L |
Lactancia | 2,7 L | 3,0 – 3,3 L |
Personas mayores (>65) | 1,8 – 2,0 L | 2,0 – 2,3 L |
Estas cifras son aproximadas y pueden variar según la temperatura, el nivel de actividad, el peso corporal y la salud individual.