Medicina

Nuevo debate en torno a las bebidas energéticas: ¿Son realmente tan peligrosas?

La Xunta de Galicia va a prohibir la venta y consumo a menores de edad; pero, ¿qué efectos perjudiciales tienen estas bebidas para la salud?

El Gobierno gallego publicó la semana pasada en su portal de transparencia un anteproyecto de ley que regula la venta y consumo de bebidas energéticas a menores de edad. El incumplimiento de dicha ley podrá conllevar sanciones económicas en un intervalo que va desde los 601 hasta los 3.005 euros. El propio presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, equiparó estas bebidas al consumo de alcohol y tabaco, en calidad de sustancias que producen una adicción en quien las consume. De esta forma, Galicia se pone en la vanguardia de una restricción a la que plantean sumarse otras comunidades autónomas en el futuro. En territorios como Comunidad Valenciana y Castilla y León se ha planteado seguir a Galicia y prohibir la venta. Por su parte, en Aragón, Baleares, Castilla-La Mancha, Navarra y País Vasco el debate está sobre la mesa.

El último informe sobre el consumo de alcohol, tabaco y drogas en estudiantes de secundaria españoles (ESTUDES) publicado en 2022 reveló que el 40% de adolescentes habían consumido este tipo de bebidas durante el último mes. Del mismo modo, se muestra que el consumo prevalece en el género masculino (50,7%), frente al femenino (39%). Además, desde 2014 ha aumentado la ingesta de estas sustancias, particularmente en el caso de las chicas, que han experimentado un incremento en el consumo del 8%.

Los efectos negativos de las bebidas energéticas

Pero, ¿son alarmistas estas medidas y datos o verdaderamente el consumo de estos productos resulta perjudicial para la salud? Aunque pueda parecer una decisión exagerada por parte del Gobierno gallego, la realidad es que estas sustancias tienen una serie de efectos que a la larga pueden ser nocivos para los consumidores. Algunos de ellos son los que se plantean a continuación:

  • Insomnio. Estos refrescos tienen un elevado contenido en cafeína, alrededor de 30 mg por cada 100 ml de producto. Como referencia, la Coca Cola tiene 8 mg, casi cuatro veces menos, mientras que el café contiene una proporción de 40 mg. La diferencia radica, sin embargo, en que el café suele ser consumido en dosis más pequeñas, al contrario que las latas de bebidas energéticas, que suelen contener hasta medio litro de refresco. Estas cantidades de cafeína pueden afectar negativamente al sueño y, por tanto, a la salud mental.
  • Estrés y ansiedad. Esta cantidad de cafeína, junto al elevado aporte de azúcar, activa el sistema nervioso, provocando un aumento del estado de alerta. También incrementa la presión arterial, lo que puede causar problemas cardiovasculares, como taquicardias y arritmias.
  • Problemas renales. A la larga los riñones se pueden ver afectados por la ingesta de estos productos. Las bebidas energéticas contienen oxalato de calcio, una sustancia que produce cálculos renales.
  • Alcoholismo. Una de las cuestiones que más preocupan a expertos, no obstante, es el consumo de bebidas energéticas mezcladas con alcohol. Estas enmascaran los síntomas de la embriaguez, lo que puede conllevar a una toma mayor de alcohol. En conclusión, puede provocar intoxicaciones etílicas o, a la larga, el desarrollo de alcoholismo.

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