Dieta atlántica: ¿qué es esta alternativa a la dieta mediterránea?
Explicamos en qué consiste esta dieta atlántica y sus numerosos beneficios para la salud cardiovascular y arterial
Cuando pensamos en dietas equilibradas y saludables, el primer ejemplo que nos viene a la mente es la dieta mediterránea, aquella que siguen los países que baña este mar (y alguno que resulta próximo desde un punto de vista cultural, como es el caso de Portugal). Sin embargo, esta dieta no es la única opción para alimentarse de forma sana y variada. Existe una gran desconocida. Estamos hablando, ni más ni menos, de la dieta atlántica, una alternativa a nuestra dieta habitual que podemos comenzar a impulsar diariamente.
La dieta atlántica es la propia de zonas como el noroeste peninsular (Galicia y el norte de Portugal), pero también se sigue en menor medida en regiones como la Bretaña francesa o incluso algunas zonas de Reino Unido e Irlanda. De la dieta mediterránea se suelen destacar sus beneficios, como la mejora de la presión arterial o la reducción del riesgo cardiovascular y de padecer diabetes. La dieta atlántica comparte estas ventajas y las incrementa, mejorando además el tránsito intestinal y la calidad del sueño. También reduce el riesgo de sufrir enfermedades crónicas y otras como el temido síndrome metabólico.
Pescados y mariscos, frutas y verduras
Pero ¿en qué consiste exactamente? En realidad, la dieta atlántica es muy parecida a su hermana, la mediterránea: alto consumo de vegetales y frutas, empleo de grasas sanas como el aceite de oliva y especial relevancia de los alimentos proteicos. Sin embargo, existen diferencias que la hacen única y una opción más que viable para seguir en nuestro día a día. En primer lugar, los hidratos de carbono, aunque siguen consumiéndose, se reducen. Cereales, legumbres y patatas están presentes en esta dieta, pero en una proporción menor que en su hermana.
Por otro lado, se fomenta el consumo de proteínas de mayor calidad, particularmente el pescado y el marisco. Estos productos son típicos de las regiones en las que se sigue la dieta atlántica y, como tal, se prioriza su ingesta frente a carnes rojas y blancas. Por otro lado, el consumo de frutas y verduras es elevado y variado: se favorece el consumo de manzanas y cítricos y de hortalizas como el repollo, las berzas o los grelos. Otros de los vegetales prioritarios en esta dieta son las judías, los guisantes, la cebolla, el ajo, la zanahoria y los pimientos. Finalmente, la dieta atlántica propone un aumento en el consumo de productos lácteos.
No solo importan los alimentos, también cómo se preparan
Sin embargo, la clase de alimentos, su calidad y cantidad no es lo único a tener en cuenta cuando se sigue una dieta atlántica. La forma de cocinarlos es muy importante también. Esta clase de alimentación se caracteriza por la sencillez de sus platos: estos suelen consumirse a la plancha o hervidos. Rara es la vez que se emplean salsas o frituras y empanados. El objetivo es preservar en la medida de lo posible los sabores de las materias primas y no desvirtuar sus valores nutricionales.
En resumen, la dieta atlántica es una que fomenta el consumo de productos locales y que apuesta por sus sabores puros. Es un tipo de alimentación sencilla, rica y que podemos seguir en nuestro día a día.