Editorial

Gracias, papá

Me enseñaste a ser una persona. Me diste todo lo que pude necesitar y mucho más, incluso no dándome lo que deseé alguna vez. Cuando te miro, veo en ti fortaleza y seguridad, también sensibilidad, respeto, educación, honestidad, honradez, inteligencia, paciencia… Observo cómo te mira mi madre y veo amor. Observo cómo miras a mi madre y veo amor. No puedo imaginar si no existieras. Soy feliz de tenerte y de saber que siempre estás ahí. Eres el mejor padre del mundo. Eres mi padre, con tus defectos y tus virtudes.

Un día ya no estarás y siento una profunda tristeza al pensarlo. Cuando mueras, porque morirás un día, ¡cuánto te echaré de menos! No oír tu voz, no mirarte a los ojos, no sentir el contacto de tu piel ni el aliento de tus besos. El día que no estés, te recordaré hasta el último día de mi vida, pero con la infinita esperanza de poder tenerte frente a mí de nuevo y fundirnos en un abrazo eterno.

José Luis Águeda

Editor

Un comentario en «Gracias, papá»

  • “Una casa es indestructible cuando está sostenida por un padre valiente, una madre prudente y un hijo obediente” (Confucio)

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