Transparencia en la lotería
Me acuerdo cuando se sellaban los boletos de los juegos de azar en el estanco. No había informática que valga. Rellenabas el boleto con bolígrafo y en el estanco te ponían un sello, una parte del boleto se lo quedaban ellos y otra parte te la quedabas tú y el día señalado se hacía un sorteo a la vista de todo el mundo. No había posibilidad de nada sospechoso.
Con la informática, todo cambió. En cuestión de segundos se sabe cuáles son los millones de combinaciones jugadas y dónde se juega cada una de las combinaciones. ¡Alucinante!
Con este nuevo sistema, al principio, se emitían los sorteos en la televisión en directo, donde había unos señores muy serios atentos a que todo estuviese en orden y se ejecutase correctamente. Se veían todas las bolas antes de meterlas en el bombo, una vez dentro, el bombo daba vueltas y una señorita recogía los números uno a uno en el orden de salida del bombo y los mostraba en pantalla.
Desde hace unos años (pocos) sale una señorita por la televisión y con una voz, imagen y sonrisa espectaculares, dice lo siguiente (más o menos): la combinación ganadora del sorteo tal ha sido x, x y x. Y se queda tan a gustito y los espectadores, también. Y ahora digo yo, ¿me tengo que creer que eso es correcto? ¿Nadie protesta? ¿Por qué tengo que hacer acto de fe?
A partir de aquí, mi cabeza puede empezar a especular muchas cosas. Vamos a enumerar todos los elementos que tenemos para analizar:
- Miles de millones recaudados.
- Premios en la primera categoría, multimillonarios y en la segunda y tercera, muy suculentos.
- No se ve en directo el sorteo, pero se dice que hay alguien que vela por que todo se haga correctamente (también tengo que hacer acto de fe con este alguien).
- La inmensa mayoría de los participantes (apostantes) aceptan estas condiciones y a los que puedan disentir, ni se les oye, porque son cuatro gatos. Hasta ahora.
- Los acertantes son anónimos, no se entera ni el tato de a quién le ha tocado.
Por tanto, tenemos que miles de millones recaudados se reparten en premios millonarios y suculentos, donde todo el mundo acepta que se le digan las combinaciones que han ganado (sin ver los sorteos) y los ganadores son anónimos. Para finalizar, el responsable máximo pertenece a un partido en el que varios miembros o exmiembros están inmersos en varios presuntos escándalos económicos en primera plana de las noticias.
Y, por último (es lo que motiva este artículo), una combinación ganadora repetida a los dos días, con la excepción de un número, que la estadística dice que es tan difícil que suceda, como que caiga un meteorito de oro y diamantes en la piscina de mi vecino, mañana por la mañana a las once en punto. Pero es verdad que podría pasar, como dijeron por la tele unos supuestos “expertos”. Aquí paz y luego gloria.
Pues saquen sus propias conclusiones. Mientras no haya sorteos con total transparencia y en directo, con cámaras y notarios, podremos pensar lo que nos dé la gana. Miles de millones (algo más de 9.000) se gestionan, solo en un año. El tema es muy grave, gravísimo.
José Luis Águeda
Editor
“La primera vez que me engañes, será culpa tuya; la segunda vez, la culpa será mía.” (Proverbio árabe)