El principio del fin, ¿seguro? – Carta de un profesional sanitario
La emergencia sanitaria global causada por el Covid-19 está siendo uno de los mayores desafíos a los que el profesional sanitario se ha podido enfrentar a lo largo de su carrera. El estrés laboral, el riesgo de contagio, la falta de medios, las agresiones y la desinformación están causando estragos considerables a los profesionales de la salud al frente de la pandemia.
Puede parecernos un tema manido y poco original, pero por eso no deja de ocurrir y nos afecta de muchas maneras: amenaza a nuestra salud como sociedad y provoca la destrucción de un sistema sanitario tan potente como el que hay en España.
Leer esta carta es un modo de contribuir a solucionar el problema.
El principio del fin, ¿seguro?
En el año 2020, con la irrupción en nuestras vidas de esta… (no sé ni cómo mencionarla) que tantos problemas ha causado a la sociedad en general y al colectivo sanitario en particular, muchas cosas han cambiado. Nuestra profesión pasó de la irrelevancia informativa a ocupar un porcentaje enorme de horas televisivas, radiofónicas y páginas impresas. Pasamos de anónimos a protagonistas. De repente, fuimos los salvadores. Nos aplaudían desde terrazas y ventanas, con el entusiasmo de muchos, la aquiescencia de bastantes y el enfado de pocos. Aplausos y vítores, desde la Torre de Hércules, hasta las Columnas de (también) Hércules. Siempre me ha parecido muy curioso que este héroe nos acapare de norte a sur, quizás, por este hecho, nos ha transmitido (a los españoles) muchas de sus cualidades y defectos.
También hemos sido utilizados y dejados al capricho de un virus desconocido. Sin medios, sin tiempo, sin información ni conocimientos suficientes, solo con nuestro “juramento” y nuestro tesón, con nuestra dignidad, con el miedo del que se levanta sin más armas que el coraje y el sentido del deber y hemos tenido (como diría nuestro querido Aragonés) que luchar, luchar y volver a luchar para atender, para curar, para escuchar, para ayudar a morir y… llorar mucho, llorar de impotencia, llorar de horror, como mujeres y como hombres, porque nunca pretendimos ser héroes, solo personas.
Dicen que queda poco para que este “desastre” pase (ya veremos). Cuando todo esto pase, volveremos al anonimato del que nunca pretendimos salir. Y volveremos a nuestras rutinas, a nuestras vidas, eso sí, con menos miedo, con más sabiduría y distinguiendo mejor quién nos quiere y quién nos utiliza.
Gracias por todo lo que se nos ha dado y de nada por todo lo que hemos hecho, de corazón.
Un profesional sanitario que solo hace su trabajo.