Medicina

Protonterapia, ¿qué es y cómo funciona?

La aplicación de la protonterapia supone un gran avance clínico, basado en el beneficio dosimétrico

La protonterapia es la modalidad de radioterapia que utiliza protones en lugar de electrones o rayos X. Esta especialidad tiene mayor precisión ya que aporta mejor distribución de la dosis y por lo tanto, menor irradiación de tejidos sanos y mejor riesgo de efectos innecesarios. Los protones destacan por su característica distribución de dosis en los tejidos que atraviesan, siendo dosis muy baja tras la entrada de protones.

Esta especialidad permite una liberación más localizada de la radiación. Sus beneficios o ventajas son:

  • Menor toxicidad. Sobre todo en tumores de localización compleja o cercanos a órganos de riesgo sensibles a la radiación, o tumores susceptibles de ser tratados por radiación externa.
  • Mayor precisión. Un haz de protones deposita su energía a través de un barrido de impactos milimétricos, por puntos y por capas del tumor.
  • Mayor control. La protonterapia permite aumentar la dosis en el tumor y así conseguir un mayor control local de la enfermedad minimizando la irradiación dispersa innecesaria en tejidos sanos.

Cómo funciona la protonterapia

Los protones son partículas de masa elevada y de carga positiva. Por su masa, los protones no sufren alteraciones en su trayectoria hacia la lesión, y así consiguen depositar la mayor parte de su energía dentro del tumor.

Estos se pueden producir en sincrotrones, ciclotrones o en sincrociclotrones, y se preparan aceleradores lineales para producirlos en el corto plazo. El hidrógeno se envía sobre un arco eléctrico para obtener protones y electrones y, utilizando un campo eléctrico, los electrones son captados por un ánodo y los protones son dirigidos en la dirección contraria para poder iniciar un proceso de aceleración con campos eléctricos sucesivos. Los protones son dirigidos en trayectorias circulares o espiraladas dentro de un campo magnético hasta obtener la energía deseada, extraerlos y transportarlos hacia la sala de tratamiento. Una vez los protones estén preparados, un haz lesiona el ADN e ioniza otras moléculas de las células cancerosas, inactivando el tumor.

Las sesiones de protonterapia suelen tener una duración de 25 minutos aproximadamente, pero la mayor parte de este tiempo se destina a la colocación o posicionamiento de la zona de tratamiento en el paciente. Por lo que, el tiempo de irradiación es, en su mayoría, inferior al minuto.

Indicaciones

Diferentes grupos de trabajo y guías han establecido sus indicaciones para el tratamiento de protones.

Según recomendación de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR), se considera el tratamiento de elección en los siguientes tumores:

  • Tumores próximos o en la base del cráneo, incluyendo condromas y condrosarcomas.
  • Tumores del sistema nervioso central primario o metastásicos en la médula espinal.
  • Tumores oculares  (melanoma ocular en desarrollo y otros).
  • Tumores pediátricos, con necesidad de componente radioterápico.
  • Pacientes con síndromes genéticos con riesgo de elevada toxicidad.
  • Reirradiación, en casos seleccionados.

La Sociedad Norteamericana de Oncologia Radioterapica (ASTRO) recomienda la financiación de protonterapia en categorías de “evidencia probada o en desarrollo”.

Mejor evidencia disponible para los siguientes tumores:

  • Tumores oculares, incluidos melanomas intraoculares en desarrollo.
  • Tumores ubicados en la base del cráneo.
  • Tumores primarios o metastásicos de la columna donde la tolerancia de la médula espinal puede excederse al tratamiento convencional o donde la médula espinal ha sido irradiada previamente.
  • Cáncer hepatocelular.
  • Tumores sólidos primarios o benignos en niños tratados con intención curativa y tratamiento paliativo ocasional.
  • Tumores primarios malignos y benignos del sistema nervioso central.
  • Cánceres de cabeza y cuello avanzados y/o no resecables.
  • Cánceres de los senos paranasales y otros senos accesorios.
  • Sarcomas retroperitoneales no metastásicos.
  • Casos de re-irradiación.
  • Pacientes con síndromes genéticos de hipersensibilidad a radiación y pacientes con retinoblastoma.

Evidencia en desarrollo para los siguientes tumores:

  • Cánceres de cabeza y cuello no T4 y resecables.
  • Neoplasias malignas torácicas, incluidos los cánceres de pulmón y esófago primarios no metastásicos y los linfomas mediastínicos.
  • Neoplasias malignas abdominales, incluidos los cánceres primarios no metastásicos pancreáticos, biliares y suprarrenales.
  • Neoplasias pélvicas, incluidos los cánceres rectales, anales, de vejiga y cervicales no metastásicos.
  • Cáncer de próstata no metastásico.
  • Cáncer de mama.
  • Cáncer de próstata.

Durante los últimos años, el uso de la protonterapia ha aumentado significativamente, gracias al creciente número de centros que disponen de dicha tecnología. Además, el desarrollo de instalaciones de menor volumen permite su incorporación en los hospitales donde también se dispone de tratamiento con fotones.

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