Enfermería

Jornada «Final de la vida y eutanasia, a debate»

Las enfermeras deben ser el profesional de referencia en el proceso de final de la vida y eutanasia para dar los mejores cuidados a los pacientes y a sus familiares

Profesionales expertos en eutanasia y final de la vida han puesto de manifiesto la necesidad de contar con las enfermeras y enfermeros en este proceso para dar la mejor atención tanto a los pacientes en sus últimos días como a los familiares y allegados, que deben enfrentarse a la pérdida de un ser querido. Fue durante la jornada “Final de la vida y eutanasia, a debate”, organizada por el ISFOS del CGE, junto al Colegio de Enfermería de A Coruña.

Decenas de profesionales sanitarios, estudiantes y resto de población se han dado cita en el Paraninfo da Reitoria de la Universidad de A Coruña para analizar, debatir y actualizar sus conocimientos sobre este tema. “Es importante hablar de las personas y de la necesidad de estudiar cada caso sin generalizar. Hace ya dos años desde que se aprobó la ley que regula la eutanasia y es fundamental que las enfermeras y enfermeros conozcamos cómo afrontar esta normativa y sepamos enfrentarnos a estos casos. Asimismo, debemos ser considerados como profesionales referentes durante el proceso de eutanasia porque las enfermeras son quienes terminan administrando estos fármacos. Las instituciones responsables no pueden darnos la espalda en un proceso como este, en el que trabajar en equipo es clave”, ha resaltado Florentino Pérez Raya, presidente del CGE.

Enfermeras de referencia

En este sentido, el presidente de las más de 330.000 enfermeras y enfermeros de España ha puesto en valor la figura de la enfermera de referencia en eutanasia, que pronto incorporará el Manual para la aplicación de la Eutanasia, un documento elaborado por el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas.

Por su parte, Pilar Fernández, directora de ISFOS, ha mostrado como hay que trabajar desde una perspectiva interdisciplinar para que las enfermeras, en función de la legislación que haya, sepan abordar un momento tan importante como es el final de la vida. Ha concretado, al igual que Pérez Raya, que las enfermeras son “imprescindibles” en todo lo que tenga que ver con la etapa al final de la vida.

“Las enfermeras debemos estar dentro de los equipos multidisciplinares y deben contar con nosotras para dar la mejor atención y tomar las mejores decisiones en un momento tan importante como es el final de la vida”, ha puntualizado.

Desde el Colegio de Enfermería de A Coruña, su presidenta, Inés López, ha manifestado que “el compromiso de las enfermeras es sagrado con el paciente y con su familia, tanto en el momento de la deliberación y toma de decisión como en los instantes finales que el paciente planifica en contacto directo con todos los profesionales sanitarios. Las enfermeras tenemos que estar en esos momentos y acompañar al paciente en sus dudas y certezas, en sus seguridades e inseguridades, en definitiva, en su derecho a decidir y a tener una muerte digna”.

Para ella, “existe un debate social sumergido sobre la ‘muerte y el morir’, que la sociedad debe abordar con serenidad: que nadie se vea obligado a vivir cuando la vida se ha convertido en una carga imposible de soportar”.

En la primera mesa de debate, moderada por el vicepresidente II del Colegio de Enfermería de A Coruña, Francisco Bernabéu, se han llevado a cabo dos conferencias magistrales. Por parte del magistrado y presidente de la sección octava de la Sala de lo Contencioso Administrativo de la Audiencia Nacional, Fernando Luis Ruiz Piñeiro, se ha hecho un repaso sobre el contenido de la ley de 2021, deteniéndose en los aspectos más relevantes para transmitir una acabada idea de la eutanasia y el procedimiento a seguir. “La prestación de ayuda para morir está incluida en la cartera común de servicios del Sistema Nacional de Salud y es financiación pública. Esta prestación consiste en proporcionar los medios necesarios a una persona que ha manifestado su deseo de morir, y de acuerdo al procedimiento y garantías establecidas en la ley”, ha explicado el magistrado.

Suicidio infantil y juvenil

Asimismo, ha expuesto los puntos clave para el profesional sanitario, haciendo referencias al Código Deontológico de la Enfermería y ha hecho un repaso sobre la eutanasia en el mundo y el aumento sostenido del suicidio infantil y juvenil. “Hemos visto un aumento de suicidio desde el COVID-19. Además, es la principal causa de muerte en España entre los 15 y los 29 años. Se ha convertido un problema entre jóvenes y adolescentes”, ha afirmado Ruiz Piñeiro.

María Inés López-Ibor, catedrática de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid, ha realizado la conferencia “Aspectos psicológicos en el paciente terminal” y ha abordado el papel del profesional a la hora de valorar la eutanasia. “Entre otros, nos encontramos con diversos factores que influyen en el proceso de morir como son el tipo de enfermedad, las posibilidades de tratamiento, la personalidad del individuo, las creencias ante la muerte, la edad y el tipo de apoyo familiar y de los amigos y asistencia sanitaria”, ha enumerado.

La psiquiatra ha expuesto también que los cuidados paliativos “proporcionan una atención integral a los pacientes cuya enfermedad no responde a tratamiento curativo y donde es primordial el control de síntomas, especialmente del dolor, así como el abordaje de los problemas psicológicos, sociales y espirituales”.

Una mirada enfermera

Posteriormente, Mercedes Peña, enfermera y jefa de la Unidad Psiquiátrica del Hospital Gregorio Marañón, ha moderado la mesa “Una mirada enfermera en el final de la vida”, donde se han tratado diversos temas sobre la necesidad y la importancia de que las enfermeras lideren estos cuidados.

Leticia Fernández, enfermera especialista en Pediatría y supervisora de la Unidad de Atención Integral Paliativa Pediátrica del Hospital Niño Jesús, ha defendido estos cuidados paliativos, que en el caso de la pediatría son un derecho de la infancia. Según ha expresado, están reconocidos por la Organización Mundial de la Salud y reconocen la diferencia que hay entre los pediátricos y los de adultos. “La baja prevalencia de los niños y la amplia variedad de enfermedades que llevan a los niños y niñas a necesitar estos cuidados paliativos hace que la atención sea absolutamente diferente y que necesitemos la existencia de servicios específicos de cuidados paliativos pediátricos”, ha comentado. Así, también ha querido poner en valor la figura de la enfermera como pivote: “Sin una enfermera serían muy difícil de gestionar estos cuidados paliativos”.

Por su parte, Belén Maside, enfermera especialista en Salud Mental y miembro del Comité de Ética Asistencial del Hospital de A Coruña, se ha centrado en temas que, según ella, la ley deja “desprotegidos”. “Hablamos de la salud mental. Aquí, el papel del equipo sanitario (y en concreto de la enfermería) será fundamental: prudencia, deliberación, acompañamiento y tiempo, respetando en cada caso la singularidad de cada paciente, son fundamentales”, ha destacado.

Para la supervisora de la Unidad de Cuidados Paliativos y de Crónicos Complejos del Hospital de A Coruña, Angélica Lijó, es imprescindible hablar de la enfermería en el paciente en situación de últimos días: “Cuando ya no podemos curar y tenemos que ‘estar’, el papel de la enfermería es fundamental. La atención no sólo al paciente, sino también a sus cuidadores y/o familia, en cuanto a la resolución de dudas o inquietudes. No se trata de síntomas, sino de mucho más”.

Humanización

Y dentro de esos cuidados paliativos, hay que ser muy conscientes de que la palabra humanización cobra más protagonismo aun si cabe. Esto es algo de lo que ha hablado María Belén Martínez, enfermera de Paliativos del Hospital Gregorio Marañón. “Hay que recordar que la enfermera ha cuidado el final de la vida desde siempre. Es en ese momento donde los cuidados tienen un peso relevante, donde la humanización debe adquirir un papel privilegiado. En esta profesión, el cuidado no es una actividad más, es el centro de gravedad, es la razón de la profesión, su campo de conocimiento”, ha puntualizado.

También ha puesto en valor la necesidad del liderazgo enfermero: “Debemos estar más presentes en gestión y en política para impulsar la formación en competencias específicas y hacer ver a la sociedad que los cuidados en este momento tienen que ser una prioridad en la que invertir para mejorar el final de la vida”.

Sociocultural

Para finalizar la jornada, Rosa Mª García, directora del Área de Salud de Estudio de Comunicación, ha moderado la última mesa redonda donde se ha hablado del final de la vida desde un punto de vista sociocultural. Paz Gatell, enfermera y antropóloga, ha concluido que “la muerte es individual, pero es, ante todo, un hecho social porque es la sociedad en su conjunto la que pierde un individuo que formaba parte de la estructura social que daba forma a ese grupo humano”.

“Los ritos funerarios del duelo y el luto se dan en un contexto social que va a dar respuestas específicas de acuerdo a su marco cultural, el que explica tradiciones, sistemas de valores, mitos y símbolos que son compartidos por los miembros de esa sociedad. El saber que proporciona la cultura tanatológica socialmente compartida permite a los miembros de ese grupo sociocultural encontrar sentido a esta experiencia vital: la muerte”, ha explicado Gatell.

Por otro lado, Carmen Pérez, terapeuta transpersonal, ha puntualizado que “la asignatura pendiente es abrirnos al aprendizaje de morir”. “Todos, sin excepción, hemos de aprender a morir. Ese aprendizaje profundo y responsable nos situará en la riqueza que tiene la vida para nosotros y, por consiguiente, responsabilizándonos de saber morir, estamos aprendiendo a bien vivir. Si sentimos que nos vamos a morir, seremos mejores personas, menos narcisistas, con más ganas de hacer cosas bondadosas, más humildes y mejores seres humanos”, ha subrayado.

Miedo a la muerte

En su intervención, Pilar Mosteiro, profesora de Enfermería de la Universidad de Oviedo, ha presentado los resultados de un estudio cuantitativo y transversal en una muestra de 494 estudiantes de enfermería de la Universidad de Oviedo. “Hemos concluido que el nivel de miedo a la muerte fue moderado. Además, hemos visto que ser más joven se asocia con tener mayores puntuaciones en las premisas de “miedo a la muerte de otras personas” y “miedo al proceso de morir de otras personas”. También hemos observado que el perfil del estudiante que tiene mayor predisposición de sentir miedo a la muerte es una mujer joven y de primer curso de enfermería”, ha recalcado.

Fernando Martín, presidente de la Confederación Española de Entidades de ELA (ConELA), ha querido puntualizar la peligrosidad de legislar sin seguir la idea de que antes de la muerte tenemos vida. “No pretendo criticar ninguna ley en su fin, sino ubicar la celeridad de una norma legislada previa a otras que garantizarían que las decisiones a tomar sobre la eutanasia no sólo fueran meditadas, sino también con la garantía de saber que es la única opción viable tras buscar otras alternativas viables y garantizadas”, ha concluido.

En definitiva, una jornada que ha puesto de manifiesto muchas visiones y muchas realidades, que deben seguir estudiándose, debatiendo y puntualizando para dar los mejores cuidados y buscar la mejor solución para cada paciente al final de la vida.

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